Monográficos de Poesía 2019: Poemas inéditos de Heberto de Sysmo
VARIACIÓN SOBRE “AUSCHWITZ”
El hombre y su ficción,
que es lo que existe
Jaime Siles
Un leon felipe
Nací en Tabara, España; morí en Ciudad de México;
Sequeros fue escenario de mi infancia.
Ha sido boticario,
también actor de obras itinerantes,
y en más de ochenta años de viajes,
dolores y experiencias,
no he conocido bestia
Tan atroz como el ser llamado humano.
El infierno de Dante no es infierno.
Los poetas malditos, las novelas.
que narran ese mito, quedan cortas,
no hay círculos, ni hay nueve
estadios de sufridos ordenados,
no hay jerarquía en el dolor supremo;
solo una enorme fila de niños en el frío
caminando desnudos al horno crematorio;
solo una podredumbre que se agolpa
no en los vasos sanguíneos,
sino en el corazón.
Llevamos el infierno con nosotros,
somos nosotros mismos.
Ahora habladme
de musas y violines,
de máscaras que oculten herida a la verdad,
de infiernos tan menores que no llegan a infierno.
Romped todas las harpas, todos los lienzos ¡rápido!
Vivís en la ignorancia del infante
y la tranquilidad del nuevo rico.
Con la misma ceguera
fabricaréis también el cielo
y un dios que lo gobierne y os castigue.
Siempre pensé que el mundo
más que un lugar terrible era no mundo,
un no lugar para un no ser humano,
hasta que un día
—no del yuppie o banquero,
no de quien puede—
recibí una limosna
de manos de una puta callejera.
EPILEXIA
Leyendo un poemario encuentro
una palabra nueva;
la anoto en un cuaderno, pienso en ella:
no sé qué significa.
Balbuceo su nombre buscándole una imagen
pero no encuentro nada que se avenga a su forma.
Este tiempo de sol y viento nuevo
es momento crucial, de savias otras
que brotan encendidas para nadie;
momento en que el cerebro, el mundo entero,
conspiran, configuran su lenguaje.
Cómo llamarte lo que no a mis labios
se entrega para darte, mas naciendo
palabras que no sepan de nosotros;
porque no soy capaz, y esto me duele,
de amarte como un gato: sin palabras.
ÁNFORA OLEARIA
Hay un himno en la vida que es la vida.
No hace falta entenderlo: el himno suena
sin contar con nosotros, en el centro cumplido
del radiante destino de la carne.
Dichoso el que en su noche,
rodeado de frío y de tinieblas,
cierra con fe los ojos y es capaz de escucharlo.
Vicente Gallego
Dicen que la palabra puede cambiar el mundo,
que tiene más poder incluso que la espada;
si es cierto que los libros han ganado
más guerras que las armas: se palabra.
Se terminación, fruto, del árbol de tu vida
sin certezas, un ánfora olearia,
almazara del tiempo,
floración, tras el frío.
El olivar, la luna, su noche silenciada
porque es noche te impelen a escuchar
su mudo canto, es la lección de amor
que día a día nace y muere por nosotros.
La luz de lo que pende para darse
en la rama agrietada que aún resiste
su derrota, la voz sin voz que aquieta
en la solemnidad de su silencio
a quien la enfrenta.
Es palabra quien da sin menoscabo,
quien del silencio aprende
la música intocada de su huella;
quien en la casería ve al olivo
cual número sintáctico y preciso
pues su escucha es envero de la mente;
es palabra sin miedo
quien hace una montaña con su verso de arena.
Palabra del olivo es su aceituna.
KRIPTONITA
Mi madre no se baña en la piscina;
hace un calor extremo
pero su cuerpo ajado
ya teme las caídas.
No se baña, y por eso, yo tampoco.
La artritis de sus huesos
limita su disfrute, no su pena,
no puede hacer las cosas
que yo, que soy más joven.
Nos quedamos hablando
de un muro que requiere
pintura y argamasa;
compartimos un zumo,
guarecemos los cuerpos bajo la fresca sombra
de un pino ya muy viejo.
Mi madre habla del tiempo, de mi hermano,
de las cosas que dejo siempre para otro día;
reconozco en su rostro el sadismo del tiempo,
mi inmadurez y suerte por tenerla delante.
En vez de merecerla, pienso en mí.
Lo doy todo por ella, su ejemplo me conmueve.
Ser su orgullo no hace que me sienta más bueno.
Madre tenemos todos:
hasta el más desgraciado hijo de perra.
TRANSFIGURACIÓN
Releo mis poemas y ahora advierto
que no solo a mi lado, sino en ellos
estuviste siempre.
Encuentro, mínimas, las huellas
de tu obra en mí.
Fantasmagórica o desfigurada,
tu deíctica sombra se escabulle
entre los versos, afrutada,
olorosa, con liquidez de vino
derramado, constante.
Releo mis poemas y me impregno.
Ungido, me emborracho de un perfume
que asola a mi conciencia
y me descubre luces no previstas.
No sabía del eco, del reflejo,
de la sombra, la huella,
la marca, el arañazo;
la vibración creciente
que me empuja a ese borde
ya no mío.
Como en este momento
—y sin más intención que recordarte—
me digo: —siempre has sido tú;
y me advierto en tu mundo, decorado del mío:
el agua de mis ojos.
Quiero hablar de mis cosas, tengo nuevas ideas
para escribir más libros;
sé de palabras tantas, que buscan con urgencia
un buen amigo.
Y aquí me tienes;
desollado, indefenso, herida toda,
en huracanes centros
olvidando colores, temas, modos
de representación de la belleza;
membrado el labio en sangre:
miniado por recuerdos que me eligen
—pequeñas secespitas—
me encuentro describiendo tu vacío.
Una Breve Biografía
Heberto de Sysmo, seudónimo de José Antonio Olmedo López-Amor (Valencia, 1977). Crítico literario, ensayista y poeta.
Título en Audiovisuales, Estudios Hispánicos, Lengua Española y Literaturas en la Universidad de Valencia.
Publica los poemarios: Luces de Antimonio (2011), El Testamento de la Rosa (2014) La soledad encendida (2015), La flor de la vida (2016), Maldito y bienamado bibelot (2017) y Nubes rojizas (2019); Publicación del libro de ensayo y crítica. Polifonía de lo inmanente (2017). Miembro del consejo editorial de todoliteratura.es. Codirector de Crátera. Revista de Crítica y Poesía Contemporánea ”. Mantiene el blog: https://acropolisdelapalabra.wordpress.com/
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