¡Silencio! La niña baila descalza a los pies del mar.
El viento ondea su melena y su grácil figura se mueve al compás de las olas.
¡Silencio! La niña baila descalza a los pies del mar.
Alicia monta en un escenario su propio país de las maravillas
y aprendió a ponerse peinetas antes que a hablar.
Nadie sabe cómo ve el mundo entre bambalinas.
Secretos a solas que entrecortan sus respiraciones.
La luz es tan tenue que la obliga a entornar los ojos
y, es entonces, cuando al borde de un abismo infinito,
una incipiente melodía la empuja a soñar.
Magia en los acordes, magia en la mirada
y la vida con ella comienza a bailar.
Uno, dos, tres, cuatro y perdemos la cuenta;
uno, dos, tres, cuatro, el ritmo se deja marcar…
Ilustración: Amanda Yan Palacios
Hoy se viste de blanco y oro,
como aquellas princesas de sus cuentos de niña,
justo cuando pronto va a dejar de serlo.
Hoy se viste de blanco y oro para recibir a Dios,
tranquila y serena, como en una actuación más.
Hoy se enfrenta a un público divino,
a cánticos a medias, a un rosario de cristal.
Temprano dejó en el cuarto sus zapatillas, lunares, tules, volantes
y el beso que anoche le dio su mamá.
Temprano, y sin que nadie la vea, ha colgado en su percha,
una pubertad a punto de estrenar.
Mañana empieza un camino, una dura senda sin marcha atrás,
detengamos el tiempo ahora, en este país de nunca jamás.
Mañana empieza un camino, descalza a los pies del mar.
Siempre, siempre, bailando al son de un eterno e imaginado compás.