El mar tiene la misma paz que mi madre cuando por fin dejaba dormidos a sus hijos. Desde algún lugar nos mira dormir y por eso sus arrugas descansan. Su reposo es como el cielo de África, comprensivo, entregado, leal. Cuando cruzas la puerta no hay marcha atrás. Estás en la orilla, justo en el punto de partida del primer recuerdo, observando los movimientos del agua, los matices fundidos en el co ...
Ahora es un museo de nombres antiguos. La inquietud los devora. Retengo figuras en la sombra, moviendo las manos en sus quehaceres, tejiendo la seda de la vida. Sin mirarme, sin verme... Este instant ...