Los Increibles
La despertó el teléfono, apenas si eran las cuatro de la mañana. Una grabación decía que era un cobro revertido; debía marcar el uno si aceptaba, si no, colgar. Obviamente, era necesario atender esa llamada. Podía ser que alguien necesitara su ayuda. Marcó el número indicado, era nada menos que uno de sus hijos, el simpático de siempre, pidiéndole ayuda. Estaban muy lejos de la casa, vivían fuera de la ciudad. Ningún taxi pasaba y la patrulla brillaba por su ausencia.
Ella, alterada había llamado al furgón de carabineros, para ver si ellos se podían comunicar con sus colegas y darles una mano a sus hijos, pero el policía le dijo que lo sentían, que estaban viendo una emergencia, que no podían hacer nada. La desesperación, empezó a inquietar al matrimonio. Todos los fines de semana, los hijos hacían la misma talla, cuando no, llegaban curados, se preparaban la comida, dejando el despelote en la cocina. Prendía muchas veces el gas y luego se olvidaban del fuego e incendiaban las ollas o la tetera. La madre, intuitiva y nerviosa, bajaba y salvaba la situación, a la mañana siguiente, no se acordaban de nada.
Cuando no eran esas gracias, eran otras, llevaban a sus amigas o conquistas y se acostaban con ellas. No les importaba que fueran recién conocidas, ni sabían nada de ellas, no usaban nada para prevenir, la cosa era, fornicar y a la mañana siguiente, adiós.
Los consejos de los padres ya no hacían mella en sus oídos. Para ellos los reproches, con justa razón, sólo eran “peladuras de cables de sus papas”. Prometían no volverlo hacer o se justificaban que no tenían dinero para un motel, y que los jóvenes como ellos necesitaban tener relaciones normales con las minas por lo menos una vez al día. El matrimonio Enriques-Carcamos, tenían tres hijos, cuál de todos mejores en físico. Los tres universitarios, con una pinta cada uno con las que dejaban locas a todas esas chicas fáciles de conquistar. Se sentían tan seguro de si mismos los muy cabrones que siempre lograban resultados con cuanta chica se les pusiera por delante. Ellos estaba convencidos que todas las mujeres son unas maracas buenas para la cama. Y que solo sirven para el placer de los hombres. Así que las tomaban, usaban, se complacían con ellas y luego las cambiaban por otras. La madre, no se explicaba a quienes habían salido. Uno de ellos, el más fachoso, jamás lograba que ayudara en la casa en nada, él no estaba para ensuciarse limpiando. Nunca ayudaba en los quehaceres, pero la madre sabía que a la niña con quién andaba, le cocinaba y lavaba la ropa. La adoraban y atendía muy bien, aunque igual la engañaba, pero de esa manera conseguís su perdón.
Hoy en día, las mismas madres de las niñas, se encargan que ellas se pongan la inyección o tome la píldora del día después, para que no queden embarazadas. Claro, sino, tendrían que “apechugar” y hacerse un aborto. El mundo está cada día más loco. Las personas desquiciadas, ya no piensan con la cabeza. La irresponsabilidad es inmensa, la vida es diferente, ya no tienen sentimientos, no entienden como sufren los padres. Se les da de todo, dentro de las posibilidades y siempre están pensando que sus progenitores “están cagados del hoyo” expresión científica de los sabelotodo.
El menor de los tres hijos, Ignacio, era un excelente alumno en la universidad. Lamentablemente desde niño, hizo lo que quiso, nadie lo podía domesticar. De pequeño, jamás uso chupete ni babero, se vestía solo, no dejaba que lo atendieran. Cierta vez, ya adolescente, la madre al verlo en slip, no se aguantó y le apretó un cachete, por hacerle una broma cariñosa, a lo que él furioso le gritó: “¡No me corrai mano!” Ella, nunca más le volvió hacer cariño ni bromas de esa clase. Era un desubicado, hacia lo que se le venían en ganas, iba a donde estaba vuelto, se perdía los fines de semanas y llegaba tarde sin avisar su paradero. Cuanto hizo sufrir a los padres, no les tenía miedo ni al mismo diablo. Se enfurecía, era terriblemente agresivo, tomaba unas cápsulas para poder estar más tiempo despierto y andaba como loco. Eso, lo dejaba intratable, al extremo de cuando se enojaba, todos en la casa le tenían miedo y no se atrevían hacer, ni decir nada.
Una vez que uno de sus hermanos, Felipe, lo trató de calmar, este le dio un empujón contra el ventanal de su habitación, rompiéndose destrozándolos los vidrios. Gritaba, como enajenado mental y amenazaba con matarse y se ponía un cuchillo en las venas sobre sus muñecas en frente de todo. Entonces había que darle en el gusto para que el niñito no se matara. Jamás lograron que fuera al siquiatra, decía que los loqueros, eran más locos que sus pacientes.
Cierta vez que la madre lo acompañó al médico tratante, se enfureció tanto con lo que dijo el facultativo, que se levantó y le dio vuelta el escritorio y se largó dejando a la madre sola y espantada de asombro y vergüenza. Nada se lograba, las conversaciones solo duraban unos instantes, luego cuando le atacaba la depresión volvía atacar a cuanto ser estuviera a su lado. Con el pasar de los años, tuvo una novia que era más paranoica que él. Se lo pasaban discutiendo, ella no lo dejaba en paz, todo el santo día lo llamaba por teléfono y no lo dejaba estudiar tranquilo. Fumaba, como trastornada, hija única de un matrimonio que se llevaban separándose. Ella y su madre, era unas tipas clasistas miradoras en menos y encontraban al chico poca cosa.
Un mal día él, aburrido de las humillaciones de la suegra, la insultó en su propia casa diciéndole que era una vieja loca y ordinaria. Fue lo que rebalso el vaso y le prohibieron visitar la casa y no dejar que se vieran más. Cuando lo hacían era a escondida y la chica inventaba salidas con sus amigas, para poder quedarse con él. Un día olvidó ponerse de acuerdo con su amiga y la madre llamo a esa casa para preguntar por ella, y la amiga le dijo que no la había visto ese día. Que le dijeron la mujer. Amenazó con demandar a Ignacio, porque la niña solo tenía 15 años, aunque demostraba más de 20, por su apariencia y comportamiento. Él era mayor de edad y ante la ley estaba perdido. Pero igual siguieron viéndose al paso de un tiempo. La relación cada día fue más terrible, llantos iban y llantos venían por teléfono. El chico no podía estudiar. Se encolerizaba, gritaba por teléfono, le cortaba, se encerraba en la casa. Ella llamaba una y otra vez hasta sacar de quicio a la familia. Maldiciones iban y venían. En resumen, el matrimonio no podía encontrar la paz en su propio hogar. Los hijos manejaban la situación.
El tercero de ellos, era todo un chiste; tranquilo, leía, estudiaba, en sus ratos libres, para ganarse unos pesos, hacía clase. A sus alumnas, él elegía solo mujeres, las recibía en sus habitación que siempre estaba revuelta. Compraba unas cervecitas para refrescarse y luego, las sacaba a pasear, después de las clases.
Un día, ocurrió algo gracioso, diría, tragicómico .Le hizo clases de matemática a una chica de quince años, ella se aburrió y él la invito a dar una vuelta. Al final de la calle donde vivía el muchacho, había cerros y allí los chicos iban a pasear. Era un lugar hermoso. Ese día, compró una cerveza de un litro, fue con ella, allí tomaron y conversaron, pero no calculó que la niña al parecer no estaba acostumbrada a beber y se embriago con un par de tragos. Cuando se fue a parar, se desplomó de espalda y con tal mala suerte que se cayó sobre el barro que había, justo en ese lugar. La paró como pudo, le saco el barro de la ropa y la cara, le acomodó el pelo y se devolvieron a la casa de ella. La dejó a unos metros de la casa y llegó trastabillando. Lo que paso en la casa de la niña, solo ella lo supo, la madre estuvo llamando por teléfono al joven para saber que le había sucedido a su hijita. Obvio, llegó ebria, sucia y toda embarrada. Quizás que pensó, que le habría sucedido, si parecía victima de una violación la niña.
Estuvo llamando por mucho rato y él hizo oídos sordos y no quizo atender. Cuando uno de sus hermanos y sus padres le llamaron la atención, que como podía haber hecho eso, con una alumna y menor de edad, solo atinó a decir que la invitó a pasear y tomarse unas cervecitas, pero que no pensó que la huevona se iba a curar así.
Los años han pasado, el padre de los increíbles, falleció. Cierta noche sonó el teléfono y una grabación dijo: - Ud. tiene un llamada de cobro revertido, de… - Mamá, estamos sin dinero, en un barrio peludo, nos vienen siguiendo unos patos malos para asaltarnos, y no hay nadie para pedir ayuda! Luego la voz de la grabación dijo: - Si acepta la llamada, marque uno, de lo contrario cuelgue-
La mujer, colgó, se dio media vuelta y se volvió a dormir… Cría cuervos, pero, ¡no permitas que te saquen los ojos!
Alejandra Zarhi García
Alejandra Zarhi García, es escritora, periodista, editora, directora de la Revista Internacional Cultural Imágenes de Océanos, desde hace 34 años.
Ha colaborado y ha sido corresponsal en varios diarios y revistas de Chile y del extranjero.
Es autora de 34 libros de cuentos y poesía con cinco segundas ediciones.
Traducida a varios idiomas, y galardonada en distintos países incluyendo el nuestro.
Este año 2013, está cumpliendo 54 años escribiendo. Su gran actividad como editora, la ha llevado a publicarles a importantes escritores de larga trayectoria.
Alejandra, les ha publicado a más de 600 escritores a nivel internacional.
Su trabajo, es digno de ser valorizado y premiado por los escritores y artistas en general, ya que gracias a ella, muchos se han dado a conocer fuera de nuestro país.
La Sociedad de Escritores de Chile, que se fundó en 1932, la tiene como socia desde el año 1065.
Ella, ha preparado grandes eventos, recitales. Y ha organizado concursos internacionales donde han participado casi más de mil concursantes.
Alejandra Zarhi García ha sido recepcionista de Encuentros Internacionales de Escritores y siempre ha estado dispuesta a servir a la cultura.
En el año 1965, participo en la Feria del Libro del Parque Forestal, vendiendo su primer libro Cinco Caminos, junto a Violeta Parra, Pablo de Rokha, Matilde Ladrón de Guevara, Enrique Gray, Pablo Hunneus, Carlos Ordenes Pincheira, entre muchos otros destacados, siendo ella la más joven.
Sus ediciones han ayudado a contribuir, a enriquecer la cultura y comunicación entre las personas que aunque distantes, pueden comunicarse espiritualmente.
Es presidenta de ASOLAPO, Asociación Latinoamericana de escritores, poetas y artistas, como así mismo fue nombrada en Argentina, embajadora de la misma.
Preside los ESCRITORES INTERNACIONALES, desde la internet.
Gracias Alejandra por tu generosidad.
Isabel Edwards Cruchaga
Vice-presidenta del Pen Club Internacional
Con Nombre Propio
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