Lucho Guarnizo... Salud y Libertad por Carlos Andrés
Por Carlos Andrés.
Hay muchos tipos de viajeros, muchas clases y determinados todos con alguna efímera etiqueta, efímera, solo de nombre porque se nota a leguas La clase de viajero que eres y esto es determinante para el viaje y de viajero a viajero nos conocemos, llevamos una marca en la esencia de nuestro personaje, el que somos cuando llegamos a una parte remota o a un sitio en donde no eres mas que eso, un simple y grande o pequeño viajero, y eso nos basta. no existe una condición exacta, para lo que somos en lugares remotos y fuera de nuestro propio común
Existen los viajeros al estilo Europeo y Norteamericano que llegan a ciudades coloniales de Sudamérica, hablamos de Cusco, y la ciudad perdida del Machu Pichu, o de Vilcabamba y el agua pura de la longevidad, Santa Cruz de la Sierra, o la linda Cuenca, San Agustín, entra en esta especialidad por lo hallazgos de siglos antes de cristo. Etc…
Es decir a todos aquellos sitios que de una u otra forma superan la magia, después de la magia viene lo que es el reconocimiento, del reconocimiento se desprende el turismo y del turismo viene a dar lo que todo viajero SUDACA conoce como capitalismo. Entonces viene la primera clase de viajero que se puede pagar los mejores hoteles cinco estrellas, las mejores cenas en los restaurantes reconocidos, y salen con su cámara Nikon 3600 y obturan setenta fotos por minuto mientras siguen caminos lugares con ayuda de mapas de la guía de turismo que piden en las oficinas del ayuntamiento para guiarse y tener todo impuesto y no descubrir. Después de un largo día de sol, de montañas, de ciudades en piedra prehistórica y calles con el folclore típico del lugar y el encantamiento de este tipo de viajero ejemplar se desprende tanto de sus grandiosos sentidos que terminan exhaustos y con los rostros hechos añicos debido al clima de nuestras sierras. Así que llegan a su hotel toman una ducha caliente, leen tres paginas del ultimo libro de Elizabeth Gilbert o Paulo Coelho mientras el sueño los apacigua y se abraza en una cama de dos metros con sabanas limpias, y aroma de arándanos que los administradores de los hoteles llamarían como incienso especial para cautivar a los de la Visa Mastercard. No sé que es esto pero como alguna vez leí en una historieta lo que es hermoso es hermoso y no se necesita de tanto marketing.
Existen estos tipos de viajeros de los cuales no escribiré más por respeto y por agradecerles de corazón y aprecio porque si no fueran por ellos nosotros los viajeros de segunda mano no tendríamos nada que hacer en estos lugares. El Dólar y el Euro son Dios en mis patrias enardecidas del movimiento Sudaca. Y que decir de estos andrajosos de segunda mano, que decir de estos viajeros que hacen piruetas y maromas y lanzan clavas y pelotas en los semáforos. Y siempre llevan una sonrisa en sus rostros, me pregunto cómo lo hacen pero ellos tendrán la formula y todo empieza desde las cebras y el verde amarillo y rojo que en este caso lo llamaríamos faro. En donde se recoge de moneda en moneda lo del hostal, de centavo a centavo lo de la comida, lo del porro y lo de la cerveza. Hacemos cosas imposibles. Pero en nuestras manos soñadoras y mentes libertarias y anarkistas puede decirse sin temor a equivocarme que existe la revolución del milagro.
También están los músicos, hermosos, excelentes poetas, los argentinos se recorren Sudamérica de sur a norte, llevando el tango, la chacarrera , las canciones de mercedes sosa, Atahualpa Yupanqui Leon Gieco y el Indio Solari, este ultimo ilustre vocalista de los redondos de Ricota a cada parte del Perú, Bolivia Chile Ecuador y Colombia, lo digo, lo escribo porque soy músico frustrado y porque me he enamorado de ellos, lo sé porque lo he visto y hay que aplaudirles porque tienen el sentimiento claro, la música les brota por sus venas su música es sangre y es sangre su música. Algún día escribiré sobre todos aquellos compañeros que conocí en la ruta los cuales hoy, desde otro país y otro continente los recuerdo como altos artistas del movimiento callejero y como mis más absolutos hermanos.
Pero esta vez, en este escrito que no sé si llamarlo crónica o relato o cuento realista o simple confesión de mi alma escritora de querer hablarles de un personaje que quizás es mítico en su presente y tiende a ser una leyenda callejera que poco a poco se sumerge con elegancia y astucia por el hermoso y maravilloso mundo de los bares nocturnos, del vino, el amor y la bohemia. De su guitarra, de su voz, de su traje al estilo gitano, de su acento español cuando se pasa de tragos y de sus movimientos a lo camarón de la isla cuando se trata del escenario, este joven servidor del arte es de nombre Lucho Guarnizo. Hecho y producido en fábricas de mi tierra colombiana. Y hablaré de él escapándome del surrealismo y no hacer una crónica fantástica, cincuenta por ciento verdad y cincuenta por ciento mentira de las que nos tenía acostumbrado García Márquez, nuestro Nóbel de literatura igual de surrealista a su nombre. No, esta es una crónica verídica, de cómo conocí a Lucho y como hasta el día de hoy me sigue impactando con tanta forma romántica y veracidad en sus letras, en su estilo que puedo imaginármelo como un profeta en tierras españolas de lo que ustedes aprendieron a oír y ver desde sus raíces.
Aquel personaje singular y sin copia alguna, lo conocí en Salento, Salento es un hermoso municipio cafetero de Colombia que fue fundado en 1842 por los señores Antonio Castaño, Pedro Vicente Henao entre otros que dieron vida falsa al gran Valle del Cocora del cual hablaría en sus crónicas por estas selvas de indias y animales de carga el gran e ilustre personaje Alexander Von Hudmbolt en alguna de sus crónicas. Es en este mágico lugar en donde se encuentra la paz en aguardiente, las tamboras, y los llamadores con la cumbia, las palmas de cera, los caballerosos campesinos de la estirpe paisa de pura sangre, en los tangos, en los relicarios, en las arepas, en el patacón pisao y el pescado en salsa como su mas exquisita gastronomía. Y ahora en estos últimos tiempos el lugar favorito de franceses y adinerados, de borrachos y de hippies, de empresarios y de suizos, como de artistas y de alemanes, claro, así es, en este lugar del cual un historiador o un abogado o un ser como yo escribiría una historia, de cómo en tierras cafeteras se conoció a Lucho Guarnizo
Camilo Montoya amigo mío y gran artesano el cual conocí en las fuertes olas y playa de Mancora Perú, y luego nos reencontraríamos en Salento y después de dos años nos emborracharíamos desde la aburrida solitaria y romántica Duisburgo y pasariamos en bus a Ámsterdam por una bendita suerte y por reciclar botellas para llevarnos cerveza negra para Holanda. en un tiempo atrás ya me había hablado de aquel cantante zafado, aquel músico que impactaba con sus punteos a escalas menores sin perder esa gran escenilla española, yo le dije a camilo Montoya que quien era aquel personaje, camilo no me quiso dar mas datos para no pasarse de cortesías. Pero a los días tuve el provecho de estar en el parque de Salento y escucharlo, observarlo, inquietar mi inspiración del alma y quitarme el sombrero como muestra de respeto a la magia de Lucho Guarnizo, su aguante, su show en el parque central de Salento Quindío, con su sombrero de bohemia pura, su pañoleta amarrada al cuello, su traje smoking azul, sus anillos color plata y su guitarra clásica española, ahuyentando a pocos y enamorando a muchos, cautivando e incitando a la emoción que nace de escuchar a un ser de semejante categoría.
Iba borracho, caminaba de lado a lado, cuidaba nada mas que su guitarra, apenas me vio se presentó con un - ¡Hola loco! ¿Tenés dinero para comprar un amarillo? yo no sabía que era esto del amarillo, yo, que en ese tiempo solo tocaba guitarra en los restaurantes sacaba unos cuantos pesos para vivir feliz y tranquilo a diario y a pesar de no tener un talento nato como Lucho Guarnizo muchas cosas buenas atraía. - Hey loco dame dos mil y yo coloco el resto y compramos el amarillo - accedí, era uno de los primeros ebrios que me encantaba por tan semejante papel de bohemia pareciéndose sin desfachatez de imitarlo a un Gardel, o a un Aníbal Troilo, o a un José Alfredo Jiménez, cantando al acorde de guitarra triste sus más bellas canciones a punta de tequila y mezcal. Lucho Guarnizo sacó de sus bolsillos billetes arrugados y monedas, y nos dirigimos a un super mercado por la calle real de Salento a comprar media botella de amarillo, y resultó ser una bebida exquisita, una mezcla como entre ron y aguardiente nada comparado con lo que Camilo Montoya me hacía beber como aperitivo quindiano y era como beber agua con anís. Una bendita mierda, pero me emborrachaba. Y resultó gustándome.
Pero el amarillo era otra cosa, una bebida de artista, una sustancia filosofal que te mantenía en la onda absurda de ser un triste feliz y cantar canciones y embelesarse sin mayor acertijo observando a las rubias gringas y de otras partes del mundo sentarse a nuestro lado para observar a Lucho Guarnizo punteando su guitarra, y haciendo gestos certeros para cautivar y sacar desde su pecho de acero y de libertad una voz tan hermosa que algo tenía de flamenco, esa medicina para el alma subir y bajar en tonos celestiales típicos de la ferviente sangre gitana. Esa noche bebimos, se arrinconaron viajeros de todas partes del mundo, los que usan la visa Mastercard y los de segunda mano. Lucho una veces cantaba, otras veces lloraba y decía que a la mierda la policía que reprimía el arte en las esquinas, luego profesaba palabras tristes por una mujer que amaba y luego escuchaba a unos argentinos que le pedían una canción del Indio Solari, y él, Lucho, nada más que pedía del polvo de dios u otro amarillo para seguir con la fiesta. Seguir con el desenfrene, dos días sin dormir y con comidas desajustadas pero no acabar con el mambo porque la media noche se acercaba y para los de esta estirpe es un pecado mortal acabar tan pronto algo tan bellamente puro, como si habláramos de París, como si fuéramos de la generación Beat, de los primeros caminantes de un Woodstock, y ahí en medio de la faena estaba luchito Guarnizo demostrándose así mismo que con la música se podría vivir con comidas ajustadas toda la berraca vida, y con amarillo infinito infinitamente todos los años venideros si solo existiera un propósito, por su hija que es el don de su vida. Pero estos genios no se proponen, a estos locos por naturaleza les gusta ver la vida y vivirla tocando fondo y acelerando para la huida o para la estrellada, pero benditos serán, y recordados estarán en cada parte en donde sus voces de salud y libertad se escucharon.
Solo esa única vez lo vi en la completa escena de la calle sin recibir nada a cambio, no pidió un céntimo por regalarnos un show al estilo Fito y Fitipaldi, al estilo de Roberto Iniesta, solo esta vez logré verlo para nunca mas volverlo a ver, en persona, eso sí, porque este mortal con signos futuros de inmortalidad sigue vivo, y a veces hablamos y después de patearse Sudamérica, de aprender de otros músicos, se dedica en estos tiempos a hacer pequeñas giras con otros artistas por bares nocturnos de muchas ciudades. la ultima vez que quise verlo fue en la hermosa ciudad de Tunja, la ciudad del Lider y la UPTC (Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia) de la ruana y la cerveza del cigarrillo mustang y las mujeres de mejillas rosadas, quise ir a ver de nuevo a Lucho guarnizo pero la sorpresa me atrapó con este viaje. Entonces por designio propio ya no podía verlo sino después, cuando el tiempo y la madre universal que nos parió quisieran, cuando el dios de los artistas nos reuniera de nuevo, nos abrazara con otra noche celestial de la bohemia. Pero yo tengo un trigésimo sueño, porque Carlos Andrés es un soñador, cómo todos tal vez, y ese loco sueño soñador es poder ver en estas tierras hermosas de España a Lucho Guarnizo, verlo por el barrio gótico de Barcelona con sus canciones, con su hit de te querré loca, verlo por la Barceloneta, por el Carmen de Valencia, por Madrid, por Teruel, por Zaragoza, por Valladolid, por Burgos y presentarle de la mano a mi querido hermano Roberto Cuesta del Hoyo (el cual es imposible olvidar ya que es un Español que quiso ser Caleño )verlo y llevando el poder de la música incitando a esta sangre que llevamos por gracia o desgracia nosotros los colombianos, porque estaré seguro y mil veces juraría antes de perder mis bolas que este hombre, este Lucho Guarnizo arrasaría con todo, haría añicos a cualquier ser de estos lados, de estas ciudades bellas y cultas, hermosas que me enamoraron desde un principio y por eso sigo aquí, guerreándola con el sueño de volverme un poeta de verdad y un escritor que no pase de mentira.
Salud y libertad es la frase de Lucho Guarnizo, con la que se despide, después de cantar, o brindar una copa o expulsar tiernamente la que deja por cortesía en el mundo falso e irónico del Facebook, después de desearte un bien con el alma feliz o herida de dicha. Y me alegra saber que las historias de este siglo empiezan a contarse, no las que la pésima industria musical nos trae, sino la otra, la de segunda mano la que tiene mucho que contar desde las calles las esquinas y los semáforos.
A todos los artistas callejeros SALUD Y LIBERTAD
Con Nombre Propio
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