Jack Nightingale, un detective endiabladamente adictivo por G.R. Squire
Durante las vacaciones del verano pasado buscaba un libro que simplemente me enganchase, sin más. Necesitaba leer algo bien escrito y que fuese ameno y divertido para desintoxicarme de mis últimas lecturas trascendentales de Murakami y de Ruiz Zafón. Quería lo opuesto a él, y lo encontré en la estantería del apartamento que nos había dejado mi pater para pasar la segunda quincena del mes de agosto en plena Carihuela --un tormento de ruido y de turistas ebrios a cualquier hora del día--. No era precisamente un remanso de paz, pero tocaba pasar unos días en la playa, en familia. Adaptarse o morir. Tenía que evadirme de todo eso como fuera, y los libros siempre están ahí cuando los necesito.
He de reconocer que no tenía ni pajolera idea de quién era Stephen Leather, autor de varias novelas best seller de espías de origen británico, cuando cogí el primer libro de los cuatro de la serie de Jack Nightingale, Nightfall o El Comienzo de la noche-los leí en versión original y se entienden bastante bien-. La sinopsis hablaba de novela negra y demonios, una mezcla explosiva, y pensé "diablos por qué no". No esperaba gran cosa, pero el resto de libros que había en el estante ya habían pasado por mis manos en anteriores veranos. Al preguntar a mi padre sobre él, me dijo enganchaba mucho y, como casi siempre en lo que a asuntos literarios se refiere, no se equivocaba. En dos semanas devoré los tres primeros libros de la saga: Nightfall, Midnight, Nightmare; el cuarto Nightshade, lo leí después y ya no tenía el mismo ritmo, me dio la impresión que quería seguir explotando un filón agotado.
Leather introduce en una coctelera ingredientes de géneros de varios literarios: novela negra, novela policíaca, novela demoníaca y sobrenatural; los agita bien, los salpica con una pizca de humor británico y el resultado es una historia endiabladamente entretenida y adictiva -al menos las tres primeras entregas en las que se resuelve la historia principal-. Detective irónico y cínico, con carisma y un turbio pasado -por momentos me recuerda a Sam Spade-, asesinatos sin resolver, demonios con personalidad y humor, y una atractiva secretaria totalmente entregada a la causa -la tensión sexual se mantiene durante toda la historia-, conforman para mí los tres elementos que sostienen la serie.
Básicamente en la primera parte, Nightfall cuenta la historia de cómo Nightingale descubre que fue adoptado al nacer y que su padre genético es un satanista que vendió su alma a un demonio del infierno. Jack Nightingale era negociador policial hasta que le tocó un caso muy crudo, incluso para un tipo curtido como él: una niña de nueve años se suicida por haber sufrido abusos y su padre cae al vacío desde un edificio del centro de la ciudad con nuestro detective como único testigo. Dos años más tarde, Jack está en el sector privado acosado por pesadillas, y sobrevive espiando a maridos infieles. Un día, después de uno de sus terribles sueños, Jack despierta escuchando un mensaje escalofriante: «Vas a ir al infierno». Profecía que parece comenzar a cumplirse cuando hereda una lujosa mansión y aparece una grabación en la que un millonario le revela dos secretos: que es su padre bilógico y que, en apenas tres semanas, coincidiendo con su 33 cumpleaños, un demonio reclamará su alma.
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TítuloJack Nightingale, un detective endiabladamente adictivo por G.R. Squire