Leonor Paqué, autora multigénero y activista: «Un libro al alcance de la mano, eso es la riqueza».
Leonor Paqué (Bilbao, 1963) lleva tiempo luchando por la dignidad de las víctimas de abusos por parte de la Iglesia católica, una batalla amarga, pero en la que, como ella misma asegura, ya no hay marcha atrás. Los personajes de sus historias comparten con ella ese carácter de persona normal y corriente que, sin embargo, esconde una fortaleza insospechada.
Hace ya más de diez años que publicaste tu primera novela, ¿cómo fue dar ese paso?
Había comenzado a escribir Una mujer de nada veinte años atrás y la novela llevaba tiempo en un cajón.
Cuando le llega a una editora que se entusiasma por el estilo y contenido del relato, donde una mujer que vive en la miseria rural tras la Guerra Civil ha de afrontar sola el sustento de sus hijos, decide apostar por una autora novel y lleva la historia al papel.
Se publican así unas páginas que dan voz a miles de mujeres españolas analfabetas, con escasos recursos, en busca de una vida digna. Una hazaña ignorada porque los personajes no pertenecen a los ámbitos de poder, pero que importan, porque se trata del periplo vital de las abuelas y madres de millones de nosotras y nosotros.
Fue un inicio apasionante, donde había tanto por aprender del proceso de publicar, el encuentro con las lectoras y lectores, las presentaciones, las entrevistas en medios...
En tus libros hablas sobre mujeres, sobre las relaciones entre ellas y con los hombres, ¿qué aspecto de la vida de las mujeres te interesa más cuando escribes?
Me interesa escucharlas, observar cómo piensan, sienten, se expresan, comportan... Adentrarme en ellas, de una riqueza inagotable, fascinante. Nuestra relación con los hombres, tan determinada por una sociedad heteropatriarcal, esconde grandes tesoros por desvelar.
Has publicado casi todos tus libros con el sello de Latiovisual Cultura. ¿Esto demuestra que para llegar al lector no es necesario publicar bajo el paraguas de una gran editorial?
Sin duda, una gran editorial tiene las herramientas para llegar a un número ingente de público, y si una de ellas llama a tu puerta, la abres, complacida y agradecida.
Lo que ocurre es que la máxima rentabilidad se encuentra en la raíz de cualquier gran empresa, y la apuesta por un determinado autor o la negativa a otro puede proyectar una literatura que no tiene por qué responder a la excelencia creativa.
Nuestros paladares son educados para adorar ciertas salsas y bebidas azucaradas, que la mayoría acabamos consumiendo. Puede resultar un riesgo con la literatura, transformada en un producto comercial más.
Creo que se indaga menos y no se contempla el desafío.
Sin embargo, escucho la demanda de lectoras que reclaman una literatura diversa.
Trabajo con mi bagaje profesional como periodista y con los recursos propios de Latiovisual porque trato de sustraerme así de las limitaciones que han de afrontar las pequeñas editoriales, a las que agradezco la intención de apostar por cada una de mis novelas.
Si tuvieras que elegir a uno, ¿con qué personaje de tus libros te quedarías?
Los personajes que ofrecen un perfil muy determinado y a medida que nos adentramos en la lectura se van transformando en algo diferente. Quizá Sera, una de las protagonistas de Esa vida que no es mía. La transmutación de esta mujer abatida, que crece y se agiganta en cada capítulo, me fascina.
Mi predilección viene determinada, tal vez, por el alivio, la posibilidad de rebelión frente a una derrota existencial.
De todas las historias que has contado, ¿de cuál te sientes más orgullosa?
Siento un especial orgullo por esa Mujer de nada, analfabeta, abandonada por su hombre, repudiada por la familia, que deja atrás todo su mundo conocido y emigra para que sus hijos salgan adelante.
Las mujeres que luchan son mi pasión. Están en todas y cada una de mis novelas. María, la niña Isabel, Lola, Amanda, Sera...
¿Qué lectura te gustaría tener siempre a mano?
Hoy me acaban de regalar un libro. Morfina, de Mijaíl Bulgákov. Me adentro en sus páginas y vivo la angustia de un médico que es enviado a un pueblecito. Duda de sus capacidades para cuidar de la comunidad. Siento con él y me traslada a su mundo. Su terror, sus aciertos.
Tener un libro siempre cerca es compañía, reto, deleite, asombro... Un libro al alcance de la mano, eso es la riqueza.
Desde hace un tiempo, eres también conocida por tu faceta de activista contra los abusos perpetrados por la Iglesia católica contra niños. Háblanos un poco sobre vuestras reivindicaciones.
Los países del entorno europeo han investigado. Las cifras de agresiones que arrojan los informes son escalofriantes. En nuestro país, donde la Iglesia católica iba de la mano de un poder absoluto, no se ha abordado. Estamos tratando de que hechos impunes, encubiertos, salgan a la luz. Creemos que las denuncias que se están publicando son la punta del iceberg.
Mientras no se reconozca que el problema es real, inaceptable, y esto pasa por una investigación llevada a cabo por entidades independientes, difícilmente se van a abordar mecanismos de prevención.
¿Cómo de factible ves conseguir lo que estáis reclamando?
Sé que va a ser una tarea ardua, pero también quiero creer que ya no hay marcha atrás ante una sociedad asqueada por este tipo de agresiones a seres indefensos.
La propia comunidad cristiana tiene mucho que manifestar en la lucha por el reconocimiento, justicia y reparación de las víctimas, en aras de la verdad que alienta su credo.
Cuando tanto desde dentro como fuera de la Iglesia no se conciba la impunidad, el dique del silencio se habrá roto. Porque callar es complicidad.
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