El Silencio De Los Corderos – Thomas Harris. (Reseña)
"Anibal tiene pulcritud en su violencia"
“Me comí su hígado con chianti y unas habas”, frase mítica que más que pronunciar, paladea Anthony Hopkins en la película homónima – película de culto - caracterizado como Hannibal Lecter, psiquiatra y asesino múltiple, cuando le habla de un paciente o lo que del mismo queda, a Jodie Foster, caracterizada como Clarice Sterling, agente en prácticas del FBI, criminóloga con formación en psicología. “Clarice, usted ve los borregos balar por la noche, no se los puede quitar de la cabeza”...más allá de unas frases en un quid pro quo, en un buen thriller in crescendo, las segundas partes no fueron tan buenas, el libro de Thomas Harris, escrito en 1988 y segundo libro de la saga, vagamente anticlerical en boca de Aníbal el Caníbal y su descripción de “la iglesia que se cae en Sicilia, en que salen ganando las ratas y el tifus”,...trata sobre el pulso de Clarice y Aníbal para encontrar a una muchacha, hija de una senadora federal de Estados Unidos, de Tennessee, ahora que recuerdo, raptada por un costurero que aprendió este empleo en la cárcel así como el de saber de antigüedades...si queremos ser algo más truculentos, hace cosas como vestidos, gabanes y adornos con piel humana, pero no porque sea de ciertas ideas sino porque su alma protesta contra su cuerpo, es probablemente transgénero, pero esa no es la cuestión aunque el autor en boca del psiquiatra siente cátedra habiéndolo visto una vez en la vida, sino porque hace cosas como cortarse o ciertos excéntricos rituales, además que es una persona ciertamente violenta.
Aníbal el Caníbal es violento pero tiene pulcritud en su violencia, ciertamente un método en su locura, como dicen que tienen los psicóticos no desorganizados, (al margen del escabroso detalle de intentar seccionar su miembro viril o de cuidar más de su caniche que de sus víctimas) como refleja al dejar a uno de sus guardianes sin ojos y al otro sin sus partes, en el torreón de Tennessee, o tal vez de Carolina del Sur.
Volvamos a Clarence, es una chica organizada, pulcra, tiene la cabeza sobre sus hombros. Aparte del obvio asco que siente por el “regalo” que le dedica un preso, que no durará mucho, desde un recodo de la galería al comenzar a ir y venir por las galerías y dominios del doctor Charly, un mero maestro de escuela en palabras del interrogado Hannibal Lecter – el típico aristócrata relamido- , puede refugiarse en su superior, a quien la mujer está abandonando en sus fuerzas ya que está agonizando en una muerte lenta y dolorosa, y en su compañera de cuarto. El doctor Charly, que no tiene mucha vida social que digamos – vive en su puesto de trabajo – trata de obtener a Clarence como trofeo poniendo micros en todas partes, cosa que molesta mucho a Hannibal aparte hecho de sus vesanias homicidas y sibaritas. Aquí acabo el artículo – avance, solo refiero que la senadora accede a entrevistarse una vez con el psiquiatra, no refiero el motivo. Lea este libro, señor o señora. No por antiguo, no por llevado al cine, le defrauda. Le sorprenderá.
Carlos Alberto Ponferrada Almagro.
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TítuloEl Silencio De Los Corderos – Thomas Harris. (Reseña)