(r)Evolución de Paty Liñán
Sinopsis
Los versos cálidos de Paty Liñán son acordes intimistas que emocionan adornados de un lenguaje claro y limpio, llano, desprovisto de retóricas artificiales para brotar ante el lector como un manantial de vida idealizada en el desierto de la prosaica realidad de una sociedad impersonal.
Su tercer poemario (r)Evolución expone al mundo un mundo interior que rebosa sentimiento. Acordes plenos de lirismo que nos transmiten esa sinceridad desbordante que nos revela una mujer entera, firme, desprovista de pudor para revelarnos las intimidades de su esencia sin mentiras ni dobleces.
Un universo de pasión, entrega y fantasía al que yo, amigo lector, le invito a que suba para viajar hacia una experiencia fascinante.
(r)Evolución, editorial Sial Pigmalión año 2023 autora Paty Liñán
EN LAS REDES DE TU MENTIRA
Reconóceme,
grandiosa pupila del ocaso.
Reconoce
que ya no piensas en mi nostalgia.
Que las estrellas arden
entre los versos más inmensos
de la infinidad.
Reconóceme, soledad, llévame en tu seno.
¿Ya no piensas en mí?
—no lo haces como antes de la lluvia—
Ahora no cantas tras el brillo de los pájaros
en la alcoba, ni en las briznas del destino,
sobre los ecos de las primeras puertas
al abrirse, en los primeros puertos,
los soplos, ni en los remolinos de la rota voz.
Las hambrientas mejillas
de la niña que se fue,
de la que ya no fue ruido,
breve triunfo ahora yerto.
Reconóceme
entre tus sombras, en los coágulos
de la espuma, entre los tétricos campos
que llevan a tu averno.
En los huecos de la hoguera
donde quema ausencia,
en las briznas de la metralla, rolar pura
entre los flecos del formón.
Y en las cenizas renacer de una crisálida.
Me encuentro sin calavera,
llena de cascabeles mudos, engañaste
mis ganas, inyectaste tu sangre,
ofrenda que, a mis días,
en las redes de tu mentira.
Crees que me persigues en sueños,
en anhelos de otra vida.
¡Oh, cuadro vacío de hálitos!
Que me atrapan tus pies descalzos
en enlunados velos.
La amistad también pesa, amiga,
también duele y canta a la luna
si se requiere.
Y puede ser, todas aquellas cosas
que creíamos hojas del rosal,
que brotan cerca del manantial más puro,
más vivo, más prístino.
Reconócelo.
Piensas en mí como adverbio
pero de un lugar muy lejano.
Creerás en dos terrones de azúcar,
en dos gotas de miel,
pero tras pasar la verja
comprobarás
que se diluyó todo ese amor.
Toda esa historia naranja del melocotón,
su dulzor fermentó.
¿Y no es verdad
que nos imaginas como dos pompas
de jabón que suben al cielo,
encontrándose en la cima?
El viaje fugaz
de dos perlas de agua
en el ventanal que se separan.
Aquella burbuja explotó,
sobre la médula del tímpano,
entre aguas insobornables.
Reconoce, querida soledad,
que aún me quieres entre tus brazos,
que añoras el calor de mis manos
y asir mi cuerpo junto a ti.
Búscame,
te estaré esperando
donde el colibrí se alimenta del néctar
entre el verde de su plumaje.
NO ESTAMOS CIEGOS
Siempre lo intento, pero no todas
las veces lo consigo…
Se precipita el aliento de las conchas en las arqueologías
profundas, que apelan las sombras de los hombres,
inflaman la heredad de las antorchas.
Soplos que nutren en leprosas gargantas, abismos
que retuercen y absorben con esponjas letárgicas
sobre la piel de las tierras prometidas, que roen
las cerúleas luminarias de la luz.
La insoluble cera, la estancada brisa de los huéspedes
en la fría estación de las lamentaciones de escarcha,
bocas hambrientas, el presagio del prólogo,
la procela en la casa…
Un vidrio a punto de romper, el latir frágil
que lo envuelve… la conspiración,
los suspiros intentan sobrevivir, exprimen todo el jugo.
En el mágico escenario, una risa se desdobla.
¿Acaso no ves los lobos acechando en tu puerta?
Será tarde, como tardío es el deseo cuando descubras,
las rapiñas ávidas iluminan el polvo, diluvio
de sollozos, mutilación de tu credencial.
El rostro rugoso, no habrá refugio
ni coraza que absorba el daño, en el vaporoso
expositor, pentagrama quebrado del ejército
carnoso de la escoria.
Espejismos en la letanía de las pequeñas tumbas
entre médanos, cubierto de pedrería
infinita, exhalan un manto desértico en el aromático
escenario, solo quedan las pétreas cáscaras
en un muestrario inmenso.
No estamos ciegos, no, solo presos
de la palabra del corazón, del trizado deseo baldío,
adherido al misterio de los estambres que palpitan.
Esa urdimbre de vidrios rotos, que desangran
los relojes, cicatrices unidas al vértigo en el alma,
una cifra exacta de murciélagos en sueños vacíos, cuentos
de los coágulos hacia el final mismo…
Con los ojos abiertos y el paraíso desgarrando las cutículas,
con los ecos detrás, como ácidos espíritus que naufragan,
en las huellas nocturnas del herido juramento.
El tiempo en el molino de las fantasías,
espesura en los lugares del vapor que aceleran
la nube rosácea, la pátina que blasfema
y, del hechizo indolente, descubre la señal mórbida,
de la lengua en la burbuja de la tregua.
Poros escarlatas en la narcótica recámara,
en bocanadas que retuercen
las espirales del temblor, entre el néctar
demente de las alegorías del escalofrío sideral.
Apenas tiemblan en la raíz los espejos,
historias de extinción que caminan en los hálitos
de las ninfas, que beben de todos los infiernos.
No estamos ciegos, no.
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Título(r)Evolución de Paty Liñán