Debatiendo sobre las artes y otros asuntos de la mano de Juan Cabrera.
Encontrar hueco para hacer esas cosas que te gustan no siempre es tarea fácil. Obligaciones, responsabilidades, las prisas y los horarios… Cosas también que no podemos dejar de lado; y las artes son un buen refugio para detenernos, pausar los ritmos y sentir, y poner en orden nuestra mente y nuestro espíritu.
Y eso sucedió esperando el instante de visitar la última exposición individual que el artista canario Juan Cabrera, ha podido realizar antes de la crisis sanitaria que nos envuelve desde el pasado mes de marzo.
Cabrera, artista y también profesor de Escuelas de Dibujo y Pintura de varias instituciones en la isla de Gran Canaria, es además un artista vinculado a la centenaria Escuela Luján Pérez radicada en Las Palmas de Gran Canaria. Inauguró en la Sala Felo Monzón del Ateneo Municipal de Santa Lucía en Vecindario, el jueves 13 de febrero de 2020 su proyecto denominado De las artes y otros asuntos.
De las artes y otros asuntos, en el escaso tiempo que pudo estar abierta al público, logró ser un muy buen ejemplo de efecto trampolín, pues nos trasladó a una realidad paralela, una situación que más que realista, podría ser idealista. Asuntos de las artes. Puede que este sea uno de los rasgos más característicos de este pintor, quien según dice, “siempre hablo de lo mismo”, del sentido de cómo cree que deberían ser las cosas, cómo debería moverse el mundo o cómo debería la humanidad respirar. La apariencia, los conflictos humanos, desde la guerra hasta el amor, el cómo podemos hoy ser amigos y mañana enemigos, querernos y después ¿odiarnos? Una historia bien hilada que nos contaban los lienzos, las pinturas en tabla, los grabados e incluso los pequeños bustos que aparecen en la exposición. Lectura que hoy podría ser perfectamente válida para interpretar la realidad que estamos viviendo.
Observando rostros reflexivos, pensativos, buscando la mirada del espectador o perdida en su horizonte, nos trasladábamos a esos momentos que todos hemos vivido, la lucha por el triunfo, por el ganar. Pero ¿y si ganar no lo fuera todo? ¿Y si perder también contase? Guerras internas que ponemos en marcha solo por nuestro afán de alcanzar algo, de poseer, de destruir incluso, ojalá que de crear también. ¿Y si nos destruyen, cambiarían las tornas? Cabrera lleva tiempo queriendo dar luz a esos pensamientos y sentimientos que en ocasiones nos atormentan. Quiere compartir con nosotros que tal vez el camino o el recorrido que realizamos en la lucha del ganar o del perder quizá es más importante que el resultado final de esa confrontación. Como si de la práctica del kintsugi se tratara, cicatrizar heridas y hacer que estas sean nuestro mayor botín, es también importante. Una conclusión que tenemos muy a mano pero que no queremos tener en cuenta (contradicciones propias del ser humano).
Llegados a este punto se hace necesario mencionar la nueva serie con la que nos sorprendió Juan Cabrera en De las artes y otros asuntos, tomando el noble deporte de la esgrima como metáfora de todo lo que quiere compartir: cómo nos relacionamos con nuestros congéneres (pareja, hijos, amigos, enemigos…), cómo de repente cambian nuestras relaciones y comportamientos y pasamos de un extremo a otro. Emoción pura. Sentimiento extremo. Juan Cabrera en toda su esencia. Un artista de los de toda la vida, que nace y se hace, que vive el arte, que siente la pintura, que goza y sufre con ella y como ella. Una catarsis que desestabiliza hasta al mismísimo origen del cosmos. Y que nos lleva acompañando durante toda la historia de la Humanidad.
El anhelo juega un papel fundamental, no siempre algo que se desea y se alcanza nos genera satisfacción, él mismo lo vivió en sus propias carnes en su infancia y juventud, y probablemente todos y todas lo hemos vivido en algún momento. De regreso a la lucha, al resultado final del ganar o perder… ¿Quién le ha dado más importancia a la derrota que a la victoria? La derrota tiene incluso un componente más importante que ganar. Nos obliga a levantarnos, nos ayuda a seguir adelante, y nos motiva a seguir luchando. Tal como estamos haciendo actualmente en la lucha ante la pandemia.
Juan Cabrera, un artista hecho a sí mismo, ha sabido conjugar la luz a través de la erótica del arte, de la intriga del conocimiento, a través de la íntima contradicción que es el propio ser humano.
Como bien señala una buena amiga suya, Ruth Acosta, “uno de los disfrutes del arte es soñar, dejar expresar y poder escuchar”, y todo esto se nos puso, de manera muy efímera, al alcance de la mano en De las artes y otros asuntos. Quienes pudimos aprovechar esta oportunidad que Juan Cabrera nos brindó para disfrutar de la plástica universal, nos atrevimos a entrar o a cruzar la frágil línea que separa la realidad de la idealidad.
Damián J. Ortega Gutiérrez
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