Pepe González Arenas. El Gran Hombre de Alma Sensible
Evidente es que la corpulencia de una persona o incluso su carácter exterior en muchas ocasiones no es signo de su posicionamiento interno, de su sentir ante lo que le rodea día a día, o que su sensibilidad o conjunto de emociones que le vengan provocadas por acontecimientos externos más allá de lo familiar o del cercano terreno de la amistad no suponen el todo influenciable y reconocible que le posiciona a ojos del espectador, ávido por escudriñar al individuo como consabido deporte nacional.
He de reconocer que no sé en qué momento exacto el camino de mi buen amigo Pepe y el mío se cruzaron, pero “qué más da, si son cosas de la edad”, qué más da si autodeclarandome fiel amigo ya lo digo todo.
Con ello no digo que la amistad influencie mi visión como crítico de su obra, bien lo sabes Pepe, las veces que, metiéndome donde no me llaman, me he permitido aconsejarte al punto de intentar extrapolar características de lo que considero como acertado a la esencia de tu quehacer, pero qué le vamos a hacer, ya es tarde para cambiarme.
Me da a mí que me estoy desviando del tema, o tal vez no porque todo esto viene a cuento de que el artista plasma en su obra lo que es, representa lo quiera o no sus anhelos, vivencias y armónicas respuestas sensitivas ante el bien llamado “microcosmos” que nos rodea o engloba a cada persona. La exposición o presentación de una labor dice mucho de su hacedor.
La obra de González Arenas, con un sustancial gusto por la recreación en blanco y negro, es como una pintura costumbrista llevada al excelso terreno de la fotografía, un devenir diario enredado en la búsqueda de esa calle o personaje de ciudad que provoque en él un sentimiento, una emoción que le lleve a captarlo, a capturar su esencia e inmortalizar ese instante para regocijo de entendidos, eruditos o avezados al igual que de inexpertos y tiernos, porque hay que indicar que el alma no tiene dueño ni es de asimilación exclusiva del estimado cultureta.
Sinceramente pienso que lo que hace destacar su trabajo es esa alma que le pone, esa obsesión por envolverse de ambiente y circunstancias en cada instantánea que realiza, el adentrarse en ese espacio y pretender ser parte de él para capturar lo que conocemos como “esencia” de algo, como fundamento o espíritu que ciertamente posee toda persona, lugar o cosa y que muy pocos son capaces de captar.
Una línea constatable es algo que siempre he considerado como básico pilar en la obra de un artista. En este sentido está clara la concepción de logro en el trabajo fotográfico de Pepe por cuanto no sólo es patente en su labor costumbrista sino que se nos muestra también en los nuevos proyectos que viene realizando en los últimos tiempos, encaminados a la modernidad del espacio y su representación minimalista, que tanto éxito han obtenido.
“El Gran Hombre de Alma Sensible” que sabe encontrar y ver lo que nadie ve ni encuentra en lo cotidiano del día a día, el trasfondo de lo que nos rodea, dándole valor de enseñanza y futuro como clara señal de amor y pasión por su tierra, en la creencia de que un mundo más bello y habitable es posible.
Francisco Arroyo Ceballos
De la Asoc. Internacional de Críticos de Arte AICA
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