Las Acuarelas De Lucas Prado por Miguel Castellano
"La acuarela no es sólo una forma de pintar, sino también y sobre todo,
una forma de pensar y de entender la vida".
Lucas Prado
El acuarelista Lucas Prado Muela es, sin margen de duda, el artista más importante de Santa María de Trassierra de toda la época contemporánea, destacando no sólo en el plano nacional, también en el internacional, como son sus trabajos en Marruecos. Nació en Barcelona en 1.951, aunque desde principios de la década de los 60 y hasta su muerte en 2.011 siempre estuvo estrechamente vinculado a nuestra Villa.
Llegó junto a sus padres, D. Lucas y Dña. Carmen, y sus hermanos a Santa María de Trassierra fruto del desarrollismo urbanístico de finales de los años 50 principios de los 60, donde el brillante y afamado arquitecto Rafael de la Hoz Arderius les diseñó el bello y moderno chalet "El Prado". Un nombre que enlaza en perfecta sintonía el paraje natural sobre el que se enclava y el apellido de la familia. Allí, en aquel Prado tan particular, tan bucólico y tan especial, tenía nuestro ilustre pintor su estudio, e incluso impartía cursos de acuarela.
Durante los veranos de 2.002 y 2.003, de la mano se su hija Ana, participé en clases de iniciación a la acuarela. Recuerdo aquellos consejos del veterano pintor, al que desde niño tuve como ejemplo de bohemio culto y pausado, amante de la vida, que supo captar con su pincel los rincones de este pueblo tan poético y tan cromático, tan inspirador y tan despierto a las sensibilidades de los que amamos el arte.
Lucas cursó estudios de Arquitectura en Sevilla y quizá por ello y por su enorme observación contemplativa del medio, supo estudiar y plasmar en sus obras los elementos arquitectónicos con la misma precisión que captó el alma de la naturaleza, una naturaleza viva y dinámica, llena de luz. El propio pintor manifestaba que "la acuarela exige nociones de botánica para captar todos los matices de la naturaleza", y eso lo transmitió a sus alumnos en los diversos cursos que impartía, con los cuales salía a la calle para buscar la inspiración y mimetizar con el entorno.
Quiero destacar lo que recogía un artículo publicado el 12 de mayo de 2.007 en el diario El pueblo de Ceuta con motivo de una de las exposiciones que llevó a cabo en la ciudad autónoma: "la maestría de este artista no se basa en brillos fatuos, sino en calidades y atmósferas espontáneas, recordando una vez más, que la verdadera emoción es fruto siempre de aquello que se plasma con sentimientos".
Lucas fue para los que le conocimos un pintor fusionado con el entorno, con su naturaleza, con sus paseos lentos y profundos por Santa María de Trassierra, a la que amaba. Fue un gran pintor, pero sobre todo un gran vecino, que se empeñó en mejorar el panorama y la atmósfera cultural de su pueblo y de su ciudad. Parte de ese trabajo es el que pretendo recoger en esta publicación, para que las semillas que otros sembraron, sigan dando este fruto brillante y preciado que, aunque no se vea con la nitidez con la que se ven las obras materiales, alimentan el alma de los ciudadanos de una manera especial, y ahí está su obra, para el ayer, el hoy y el mañana de un pueblo. Yo, en esta ocasión, como humilde notario de su obra, tengo la obligación de dar fe y dejar constancia de ello, aunque no hiciera falta, puesto que su trayectoria es suficientemente conocida y difundida por todo el panorama artístico y cultural.
Nada de lo que aquí anoto hubiera sido posible sin la colaboración de Anabel Santos, su esposa, un pilar fundamental en su vida, su compañera, la mujer que supo archivar toda su obra y custodiar su legado, quien ha tenido a bien compartir conmigo publicaciones, artículos, revistas y catálogos a través de los cuales he podido conocer mucho mejor la vida y obra de Lucas, como si de una hagiografía santa se tratase, o al menos ese carácter imputo a su creación.
Declaro absolutamente falsa aquella sentencia de que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Anabel nunca estuvo detrás de Lucas (él nunca lo hubiese permitido), ella estaba a su lado, de su mano, escribiendo con voz templada la trayectoria de un genio que revolucionó y dignificó la técnica de la acuarela, para que hoy los vecinos de esta Villa podamos presumir y enorgullecernos de ello. ¿Acaso no es eso el patriotismo?
Profundizando en un análisis más técnico de su obra, me limitaré a transcribir las palabras de Sela del Pozo para el catálogo de una exposición en 2.006 en la Sala de Exposiciones Caja Sur, donde en tantas ocasiones colgó sus acuarelas:
"Acuarelista convencido, su arte discurre por las sendas del paisajismo de nuestro país, mostrando con enorme belleza las ciudades y los campos de nuestra geografía.
La mayoría de estas obras son apuntes al natural, plasmaciones inmediatas del acontecer del tiempo, del discurrir de un momento tan breve como una puesta de sol o el reflejo de la luz de este astro, entre las nubes, en un estanque.
Lucas Prado opera siempre desde la delicadeza más exquisita. Desdibuja las líneas y crea matices intermedios, elimina la precisión de contornos estáticos y dota de lírica elegancia a cada motivo.
Su pintura resulta de un luminismo extraordinario. Imprime a cada obra tintes de inmediatez. La valoración de los blancos y de su potencialidad expresiva se traduce en el empleo de superficies sin pintura. Pedazos de hoja blanca cobran protagonismo en sus hermosas nevadas, sin duda uno de los motivos más extraordinarios de su producción. Tenemos la sensación de acudir a una representación mágica, soñolienta y extraña. Los tonos fríos, caracterizados por los violetas y azules, resultan de una belleza insólita y poética.
En sus creaciones se percibe la transparencia, tildada por la luz y el aire. Dialoga con la atmósfera sutil que envuelve cada motivo y nos invita a deleitarnos junto a él" .
He hablado de la faceta del pintor como maestro innovador en las técnicas y en las temáticas, que compartía con sus alumnos todo aquello que sabía. Así son los genios: grandes y humildes al mismo tiempo. Quizá sea por ese carácter de generosidad impreso en Lucas o por la empatía y cariño que transmitió en su profesión artística como acuarelista, por lo que han sido muchos los compañeros y alumnos que quisieron recordarlo a través de emotivos artículos publicados en diversos medios artísticos y periodísticos.
Lucas tuvo una dilata carrera profesional en el mundo de la acuarela, pasión a la que se entregó de una manera más exclusiva a partir de la década de los 90, tras dejar su dedicación al sector de la joyería, industria muy tradicional a la que estuvo vinculada su familia.
Entre sus nombramientos quiero destacar que fue Presidente de la Agrupación de Acuarelistas de Andalucía (1997-2007), Director de la Escuela de Acuarelistas "Ciudad de Cabra", Miembro de la "European Confederation of Water Colour Societes", Socio de Honor de la Agrupación Española de Acuarelistas, Miembro de la Agrupación de Acuarelistas Vascos, Miembro del "Institut de L´Aquarelle de Belgique" y Miembro de la Asociación Ceutí de la Acuarela. Desde estas funciones, supo dignificar la técnica de la acuarela, siempre tan rival con la técnica del óleo, dándole su lugar.
Colgó sus obras en innumerables Salas y Museos dispersas por toda la geografía: La Coruña, Sevilla, Cantabria, ... así como en numerosos pueblos de nuestra provincia o en Marruecos o Colombia. Esto sumado a los múltiples premios y reconocimientos que cosechó a lo largo de su trayectoria (más de setenta), es por lo que entiendo entiendo, querido lector, que debería desarrollarlo en un trabajo monográfico donde poder recoger y nombrar cada uno de esos capítulos de su obra, pero pienso que aún así, se podrá hacer una profunda idea del importantísimo papel que Lucas Prado jugó en el Universo de la Acuarela. Ya lo dejó escrito San Mateo en su Evangelio, "no puede el buen árbol dar malos frutos . Por sus frutos los conoceréis".
Cinco días antes de terminar este capítulo se cumplían diez años de la muerte del pintor (9 de noviembre de 2.011). Una fría noche de otoño fue la que "heló su aliento y oscureció su paleta", como escribía su amigo y compañero Antonio Pulido. Hoy, los que le conocimos y nos embrujamos por sus trazos rápidos y libres, los que nos seguimos deslumbrando por su obra, no podemos más que seguir agradeciendo, al hombre y al genio, su contribución para engrandecer el nombre de Santa María de Trassierra y toda esa esfera cultural y artística que envuelve esta naturaleza especial que tanta luz le regaló a los ojos de Lucas y que con tanta grandeza tradujo a través de sus pinceles.
El ayer, el hoy y el mañana de nuestra cultura comulgan en un nombre propio: Lucas Prado.
Santa María de Trassierra. Patrimonio histórico, artístico y cultural.
Miguel Ángel Castellano Cañete
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