La Dualidad del Ser y el Arte por Francisco Arroyo Ceballos (Colabora: Andrea Bel)
Desde los primeros momentos en que lo humano aparece como tal no hay lugar a dudas se produce en él una contraposición que afecta al mismo, a su vivencia y comportamiento por cuando es patente una lucha, una dualidad provocada por lo interno del “yo” e influenciada tanto por el entorno como por los sentimientos y emociones acaecidas a cada instante.
La base se centra en la constatación de que, en mayor o menor grado, todos tenemos un lado positivo o bueno y uno negativo o malo, uno paciente y otro intranquilo, uno fuerte y uno débil.
Dichas lateralidades dan como consecuencia producciones distintas, maneras contrapuestas de enfrentarse a todo un proceso cognitivo que deriva en pura reacción arbitraria dependiendo del estado y sentir del sujeto en cuestión en un determinado instante y, por supuesto, en un momento señalado.
En función de ello queda claro que la producción e incluso asimilación de todo lo que suponga un quehacer artístico no es producto de una sola reacción aunque bien es cierto que la mera contemplación del mismo si suele provocar una respuesta similar en distintos instantes en cuanto a calidad o gustos se refiere. Por tanto referimos este sentido más a la creación que a la percepción ya que en la composición, estructuración o formación de un trabajo artístico nos aparece como fundamental el instante en el que el creador se encuentra, la parte dual que lo domina en el mismo y el grado que le confiere.
¿Viene dada esa dualidad o contraposición por género?
Claramente, independientemente al género, la misma se nos revela en todos los seres en su conjunto y el grado de la misma no viene dado por género sino por lo anteriormente indicado: estado del ser y entorno como pilar fundamental y guía de acción.
Diferente sería lo que la relación hombre/mujer o viceversa provoca internamente en cada uno, interfiriendo claramente en mayor o menor escala, al igual que cualquier otro de los factores a ser tomados en cuenta como es el caso de sentimientos y emociones.
Una cierta “asintonía” envuelve todo el curso del proceso creativo que se nos muestra como tal con independencia de si la dualidad es más o menos profunda.
¿Puede un artista controlar dicha dualidad?
Está claro que hay muchos autores que la controlan, que digamos apartan los sentimientos en el instante creativo y por ello no vician la obra si es que consideramos que ello es viciarla.
Puede ser considerado este aspecto como mecanización del trabajo realizado, incluso muchos expertos lo consideran negativo por cuanto ensombrece la actuación de la “Sustantividad del Ser” (alegría, tristeza, añoranza, naturalidad, rabia, locura, sensualidad, depresión, etc.) en la pieza o composición realizada quitándole ese halo de realidad o naturalidad tan importante para la transmisión del concepto o mensaje pretendido, tan necesario para que el contemplador pueda acercarse a sentir lo que el autor pretende hacer llegar como fruto de un verdadero “tú a tú”, de un certero juego fondo-formal entre ambos.
Ser y Arte entrelazados por una dualidad que no sólo influencia el resultado sino que en cierto modo dirige el sendero por el que cada obra se encamina dando clara respuesta al hecho de que nuestra “divagación creativa” se ve contundentemente influenciada por entorno y circunstancias, por la variación de actitud que define el carácter del ser humano y le hace libre.
La autointrospección finalizaría dando respuesta a cada creador al plantearse a sí mismo la interrogante de ¿autor dual o mecánico?
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TítuloLa Dualidad del Ser y el Arte por Francisco Arroyo Ceballos (Colabora: Andrea Bel)