Blade Runner 2049, una película para los que no tienen alma de replicante por G.R. Squire (incluye Trailer)
Al igual que muchos he estado esperando durante décadas el estreno de esta película, quizás hayan sido demasiado años. Me ha dado tiempo de soñarla en decenas de noches blancas, viendo Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Ahora todos esos momentos se perderán en el tiempo... como lágrimas en la lluvia; porque Blade Runner 2049, es una película para aquellos que no tengan alma de replicante.
Recuerdo el primer visonado, con diez años me quedé ojiplático ante el ambiente futurista y envolvente, el universo replicante me cautivó desde el primer momento. No podía imaginarme un contenido tan perturbador para la mente de un niño cuando la saqué del videoclub: una gran cinta en vhs con Harrison Ford —la escogí porque él era el prota—, Rutger Hauer, Sean Young y Daryl Hannah (mi replicante favorita) en la portada. Ese fin de semana griposo me la tragué dos veces. Desde entonces la habré visto en una decena de ocasiones y en cada nuevo visionado surgen nuevos detalles y emociones subcutáneas que me hacen pensar que quizás sea mi película favorita, con permiso de Barry Lindon, Vértigo y La Huida, y alguna más. Pero siempre hay un sentimento por encima del resto: fascinación, fascinación por la historia de los replicantes, fascinación por Rick Deckard, el blade runner soltario y autodestructivo, fascinación por el amor de Rachel y fascinación por Roy Batty y sus lágrimas en la lluvia. Quizás ahora comprenderéis por qué he soñado esta continuación tantas veces y por qué, aún siendo una buena película, creo que a 2049 le falta algo: alma, el alma de los replicantes.
Previa.
Por supuesto, el fin de semana previo había revisado la versión extendida de Blade Runner, el montaje del director; también tenía frescos los cortos oficiales sobre el apagón y lo que había sucedido entre 2019 y 2049. No leí ninguna crítica, ni accedí a las redes sociales en los días anteriores a la cita, y huía despavorido cuando oía alguna conversación o comentario sobre la película. Deseaba mantenerme virgen.
Quedé al martes siguiente del estreno con otros cuatro amigos, de diferentes generaciones —solo uno de ellos era un auténtico replicante, como yo, antes de entrar les hice un test— para verla en VO. Por dos razones: la primera. y más obvia. era que no quería arriesgarme a que contaminasen la película con uno de los paupérrimos doblajes a que nos tienen acostumbrados las productoras en los últimos años, y tampoco quería perder ni un ápice de la esencia de la cinta, y las voces son parte fundamnetal de una buena interpretación; la segunda razón era que necesitaba verla lo más alejado posible de cualquier contacto humano, no me apetecía que hubiera palomitas, ni comentarios en voz alta, ni niños dando voces porque sus papás inconscientes los llevan a ver películas que no entieneden, ni los unos ni los otros, ni tampoco quería pies en los respaldos de la silla de al lado. Acerté, estábamos solos en la sala. Aún así me aislé del grupo y me fui a una esquina lo más apartado posible del resto. Era un asunto muy personal para compartirlo.
Sensaciones.
Durante los primeros cuarenta minutos me quedé pegado al asiento, de nuevo ojiplático como la primera vez, escarmentado como estaba de tantas continuaciones, precuelas y secuelas sin sentido de aquellos maravillosos ochenta (véase Alien, Indiana Jones o Star Wars), no creía lo que veían mis ojos. Realmente pensé que Villeneuve había captado el mensaje, que era el elegido para recoger el testigo del mejor Rydley Scott y continuar con la historia. La cinta exudaba una corriente eléctrica subalterna que mantenía la tensión a través de un ambiente perturbador e inquietante. Me encontraba conturbado, estaba viendo un nuevo metraje de Blade Runner, del original y, aunque muy diferente al de mis sueños, no notaba la diferencia. Pero fue solo un espejismo, a partir de ahí, de los primeros cuarenta minutos —benditos caurenta minutos—, el film va cayendo en picado, con un guión sin sentido, que no le llega a la suela de los zapatos al de verdad, y unos personajes sin alma, sin consistencia, a los que no terminas de creértelos del todo.
Director y actores.
Denis Villeneuve captó toda mi atención con La llegada, Sicario y Prisioneros, es un gran director con un gran presente y futuro por delante, pero no ha sabido captar la esencia de Blade Runner. Para mi gusto es una buena dirección, visualmente perfecta, pero le falta oscuridad y profundidad, y le sobra mucho metraje... Mi favorito siempre fue Nolan, pero no puede estar en todas.
Los actores en general están correctos, pero nada más. Ryan Gosling es uno de los intérpretes de más talento de su generación, pero su papel es demasiado ecléctico y plano, sin matices. Del resto destacaría a Jared Leto, Robin Wright —por siempre mi princesa prometida— y la belleza subyugante de Ana de Armas. No hay ninguno que de la réplica a Roy Batty ni a Deckard, ni si quiera el propio Harrison Ford —por favor que dejen de sacarlo dando mamporros y puñetazos, se merece otra cosa en sus últimos años como actor.
Conclusión.
Una buena película, quizás algo pretenciosa, visualmente perfecta, pero carente de alma. De los cinco que fuimos al cine, únicamente les gustó a los tres que no habían visto el original, a los replicantes nos decepcionó.
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