Desierto. Varios.
En este paisaje podemos observar unas dunas tan cálidas como el verano que provocan calma y tranquilidad. Cuando andas por encima de ellas, los pies descalzos se te hunden un poco bajo la arena. Su tacto es suave y te provoca un cosquilleo cada vez que levantas el pie para dar el siguiente paso y avanzar en tu camino. A lo lejos, podemos divisar un dromedario, que también anda solo, en ese, su camino por el desierto.
Alba Martínez Soto. 3º ESO-IES Sancti Petri (San Fernando)
El color amarillo reinaba en esta imagen, de la cual no podíamos observar más que arena tan fina como la sal. Un majestuoso camello vagaba solitario, sin rumbo fijo, dejando su huella por donde pasaba.
Iria Riveiro Nieto. 3º ESO-Colegio SAFA San Luis (El Puerto de Santa María)
El desierto como una marea, la arena como un fuerte oleaje… Una fuerte brisa que moldea esas delicadas dunas. Un dromedario como símbolo de soledad y desconexión, Con un alma tan fuerte que podía cruzar dos desiertos, si quisiera.
Gema Ruiz Sáez de Valluerca. 2º ESO-IES Virgen del Carmen (Puerto Real)
Un lugar seco, en el que tu única compañía tal vez sea el sol, aunque esté ardiendo a millones de kilómetros de ti. El viento ruge con ferocidad llevando consigo la dorada arena del desierto. Solo hay silencio mientras un superviviente amina sobre sus cuatro patas errando, intentado matar su tiempo. Nada de vida, solo dunas independientes buscando acompañarse unas a otras. Un simple desierto para escapar de la desesperación, para perderte en él.
África Vázquez Iglesias. 2º ESO-IES Virgen del Carmen (Puerto Real)
Amarillo por todos lados, no un amarillo fuerte, pero por todos lados. Se ve imposible de cruzar, como si un gigante gusano de arena siempre acechara listo para atacar o como si fueras a hundirte en ese horrible sinfín. Un solitario dromedario reina un reino sin animales. Sus únicos vasallos son las montañas de arena, las cuales parecen satisfactorias, al menos a simple vista. Dan ganas de andar por las subidas y bajadas del inmenso océano de arena, solo para tener el premio de llegar a un oasis que pueda existir o no, algo que te obliga a llevar como único equipaje la esperanza.
Roberto Vera Jiménez. 2º ESO-IES Virgen del Carmen (Puerto Real)
Entre las colinas de arena, figura un solo y triste dromedario sin ganas de caminar. Mira al frente buscando respuestas al porqué de su existencia. Millones de personas interfieren en su camino, pero él las pisotea. Estos granos de arena se quedan imantados creando el camino hacia su destino y el animal, temeroso, avanza lentamente. Una suave brisa levanta la duna bloqueando su paso. Se para y piensa, dejando transcurrir el tiempo. Oye un silencio ruidoso.
Andrés Santos Salvatierra. 4º ESO-IES José Cadalso (San Roque)
Hay un desierto grande y caluroso. En medio, un triste camello cuya tristeza no es más que soledad. Hay tanta arena que podríamos meter el mar si nos cupiera, hay tanta arena que…
Paula Vera Márquez. 1º ESO-IES José Cadalso (San Roque)
El paisaje demuestra que en este inmenso universo no somos más que una mota de arena. El camello está perdido entre esas dunas que son tan desiguales como nuestras vidas. Tanta monotonía de colores y de vida le desorientan. Se ve cómo cada grano de arena va a la vez deslizándose, poco a poco, tranquilamente, creando nuevas dunas en las que adentrarse. Está cansado de la misma rutina, todo siempre. Absorto en sus pensamientos, buscando un destino y un lugar en el que estar feliz, con rutina pero, a la vez, variando de actividad. Monotonía beneficiosa y no tóxica que le lleve a encontrar el sentido de su vida.
Mª José Barea Macías. 2º ESO-IES Paterna (Paterna de la Rivera)
Aquel desierto te deslumbraba los ojos al verlo. Su amarillento brillo de arena y el sol entraba en tus ojos de forma cálida y serena, como un deslumbrante destello. Los granitos de arena hacían un universo de pequeñas estrellas quemándose entre sí. En él se desprendía un intenso calor, capaz de hacer que se te derritiesen los pies aun estando calzados.
Daniel Gamero Quignón. 4º ESO-IES Virgen de la Esperanza (La Línea de la Concepción)
Un dromedario andando por el desierto pensativo y solitario. Buscando respuestas a todo aquello que le pasa por la cabeza. Ocultando sus sentimientos y dejando atrás los resentimientos. Está huyendo del infierno que le rodea, de lo que le preocupa o le marea… Y ahora está ahí, caminando en la arena bajo el sol, porque necesita olvidar todo lo que ocurrió. Mira hacia el frente buscando su destino, perdido entre las dunas hasta encontrar su camino.
Marina Bianca Sace Olmedo. 2º ESO-IES Caepionis (Chipiona)
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TítuloDesierto. Varios.