Otros espacios de Córdoba (Esp) I: Convento De San Francisco De La Arruzafa.

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Miguel Ángel Castellano Cañete
Investigador, escritor y diputado provincial

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Mis investigaciones sobre la historia y el patrimonio menos conocido de Córdoba y su área de influencia, me han llevado a las antiguas ruinas del Convento de San Francisco de la Arruzafa, parte de él situado en el término de actual Parador Nacional. De este convento del siglo XV se conservan actualmente la fachada principal y gran parte de la cerca y muros de piedra, en bastante buen estado de conservación en algunos de sus trazos, pese al abandono y al paso de los siglos. Se conserva intacta la Cruz de Humilladero. He comenzado deliberadamente por el final, citando los restos del convento antes de narrar su historia, respondiendo esta cuestión a una advertencia al lector, indicando la existencia de estos vestigios, como invitación a que vean in situ esta riqueza oculta de nuestra ciudad.

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Profundizando en su historia, partiremos del término Arruzafa, que es una derivación o adaptación lingüística de “Ruzafa”, título que se otorgaba a los bellos jardines y Alcázar que fundó en el siglo VIII, sobre aquel paraje, Abderramán I, y que despertó la curiosidad de los escritores y poetas árabes.
Tenemos testimonio de que en las laderas de la sierra hubo gran presencia eremítica desde el siglo IV. Esos anacoretas que vivían en soledad, en muchas ocasiones amparados al refugio de las cuevas, van pasando progresivamente de esta zona de la Arruzafa y de la Albaida hacia las cumbres de una sierra que era peligrosa debido a la presencia de fieras. Fue el Obispo Ocio quien va reagrupando a aquellos ermitaños en comunidades más o menos organizadas.
miguel1En este contexto, y una vez superada la Conquista cristiana de Córdoba en el siglo XIII, Fernando Rueda, un acaudalado cordobés que abrazó la idea de entregarse a una vida contemplativa y solitaria, decide retirarse a aquellas primitivas cuevas eremíticas. Desposeído ya de bienes materiales y aceptando la Regla de San Francisco, funda el convento de esta orden, cuya aprobación contó con la bula de Benedicto XIII el 31 de octubre de 1417. Contó para esta empresa con la donación de esos terrenos de la Aruzafa por parte de D. Pedro de Hoces, V Señor de la Albaida, que igualmente era propietario de otras extensiones de tierra que iban desde Medina Azahara hasta la Albaida, convirtiéndose los Señores del Albaida en los Patronos del nuevo convento. El Mayorazgo de la Albaida se unió en el siglo XVII al Condado de Hornachuelos tras el matrimonio de su II condesa con del VIII Señor del Albaida, siempre vinculados a este convento.

Entre sus muros habitaron sobresalientes religiosos, de los que destaco en este artículo a San Francisco Solano, natural de Montilla, que fue maestro de novicios o fray Antonio de Zayas, natural de Écija, que obtuvo fama de ciencia y santidad en Italia y llegó a ser obispo de Nicaragua por mandato de Felipe II. Otro destacado hermano fue San Diego de Alcalá, que primitivamente habitó en las cuevas con Fernando de Rueda. De este Santo se dice que hacía curaciones milagrosas utilizando el aceite de una lámpara que tenía como ofrenda a la Virgen.
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La vida del convento se fue desarrollando con normalidad desde su creación, con diferentes ampliaciones, ofreciéndose sus dependencias en 1804 para albergar a los afectados por un brote de fiebre amarilla. Entre 1808 y 1814 tuvo lugar en España la Guerra de Independencia, que provocó el saqueo de los monasterios y parroquias por parte de los franceses. De esta época, y ante el temor por el expolio, se conserva un inventario detallado de los enseres del convento, al cual he tenido acceso y en el que se incluían coronas de Vírgenes, potencias, cálices y demás objetos litúrgicos, todos ellos de plata.

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El convento de San Francisco de la Arruzafa estuvo activo hasta el año 1835, fecha en la que fue exclaustrado debido a la desamortización de Mendizábal. Hasta entonces hay referencia de santos, monjes y enterramientos relacionados con la vida monástica. Tras su desamortización y abandono en 1836, Hacienda lo vende al empresario hostelero Juan Rizzi, quien lo convirtió en una fonda. Tras varios cambios de propietario y episodios de abandono, en los años 40 del siglo XX, la familia Carbonell y el Sindicato de Iniciativas y Turismo de Córdoba plantea la construcción del Parador, obra del arquitecto Sainz de Vicuña, que fue inaugurado en 1958. En sus jardines actuales se conservan restos del convento. El convento de San Francisco de la Arruzafa, del que he citado al principio de este artículo que hoy sólo quedan restos, forma parte de esas joyas ocultas de nuestro patrimonio, un patrimonio que, como si de una reliquia se tratase, se custodia en los lugares más dispersos de nuestro paisaje urbano. Digo esto último porque el San Rafael que hoy da la bienvenida al cementerio homónimo de nuestra ciudad, en su día estuvo colocado en la hornacina de la entrada principal del desaparecido convento. Esa es la singularidad que conforma el alma mística de Córdoba, a menudo serpenteante entre la leyenda y el misterio.

El convento de San Francisco de la Arruzafa, del que he citado al principio de este artículo que hoy sólo quedan restos, forma parte de esas joyas ocultas de nuestro patrimonio, un patrimonio que, como si de una reliquia se tratase, se custodia en los lugares más dispersos de nuestro paisaje urbano. Digo esto último porque el San Rafael que hoy da la bienvenida al cementerio homónimo de nuestra ciudad, en su día estuvo colocado en la hornacina de la entrada principal del desaparecido convento. Esa es la singularidad que conforma el alma mística de Córdoba, a menudo serpenteante entre la leyenda y el misterio.