El fantasma del Palacio de los Condes de las Quemadas

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Trasladémonos en esta ruta por las casas y edificios encantados de Córdoba a otro lugar donde habita el misterio. A uno de esos viejos y señoriales palacios que jalonan la ciudad y en cuyo interior moran algo más que recuerdos de glorias pasadas...

Nos encontramos en el Palacio de los Condes de las Quemadas, más conocido hoy día por ser la Escuela Superior de Arte Dramático así como el Conservatorio de Danza. Un lugar sin dudas de interés para la cultura pero también para los fenómenos carentes de explicación.

El viejo Palacio de los Condes de las Quemadas se encuentra en la calle Blanco Belmonte, es un edificio cuya construcción data del siglo XVII y está en un lugar incomparable: en pleno barrio de la Judería cordobesa. Su propiedad fue de la familia Fernández de Mesa y a los Condes de las Quemadas. El visitante o el curioso del misterio que se acerque a este lugar se sorprenderá al encontrarse un edificio sumido en la dejadez y el estado de casi abandono. Aunque se reformó para ser la nueva sede de la Escuela de Arte Dramático y Conservatorio de Danza aquella inyección económica para su “reforma” no fue suficiente y el estado actual es fiel reflejo del paso del tiempo y de la Historia en sus gruesos muros.

PalacioCondesdelasquemadas

En este marco tan solariego encontramos nuestra siguiente experiencia con lo extraño, con lo misterioso, con lo inaudito... En este edificio son muchos los que se han topado de bruces con el llamado “fantasma del Nono”, un singular espectro que tiene su propia identidad... La leyenda de este palacio nos cuenta como en su interior se suicidó un viejo zapatero que no vio más salida a sus problemas y a sus deudas que propiciarse su propia muerte, la misma leyenda nos dice que Dios castigó al alma zapatero con vagar por toda la eternidad en el mismo lugar donde perdió la vida, y desde entonces son numerosas los relatos que hacen aterrados testigos de la visión espectral de un hombre que pasea por sus estancias...

“Era temprano, sobre las cinco de la tarde, estaba guardando las cosas en la mochila, había estado ensayando y estaba cansada. Sentí andar por el pasillo y pensé que podía ser cualquier otro compañero que se había quedado también a ensayar. Pero la puerta se abrió y no entro nadie, se abrió y se cerró, pensé que podía haber sido el aire entonces... Pero me comencé a poner nerviosa cuando sentí pasaos allí mismo conmigo y allí solo estaba yo, y estaba sola... Recogí todo lo más deprisa que pude y un frío me envolvió y una voz profunda, amenazadora me dijo: “ no tengas prisa “. Aquello fue suficiente y salí llorando de allí, dejé mis cosas y no quise ni volver... Estuve casi un mes sin pisar aquel sitio y solo he vuelto a entrar acompañado por alguna amiga”. Era la experiencia que nos relataba Ana María B., quién tuvo el infortunio de ser testigo, y podérnoslo narrar en primera persona, de esta aterradora presencia.

Hay un denominador común en todos aquellos que son víctimas del misterio: los nervios desencadenados por la sensación de miedo. Pero ello no es causa ni motiva una explicación que lo pudiera atribuir a la sugestión, los testigos siempre eran conscientes de sus actos y no estaban influidos por las historias paranormales o recurrentes a seres espectrales que en ellos se cuenta. Entonces... ¿cómo lo podríamos explicar? En el mundo de la investigación paranormal hay una máxima: la explicación paranormal siempre debe ser la última en ser sopesada una vez que todas las demás han sido desechadas.

El viejo palacio es un lugar evocador. Si el visitante cierra los ojos en su patio y respira el profundo aroma a Sur viajará a otra época e imaginará la palacio en su máximo esplendor, entre vestidos de época y añejos uniformes españoles del siglo XVII.

Otra de esas experiencias ocurridas en el interior del edificio tuvo como protagonista a una de las bailarinas de la escuela: “estaba atardeciendo y todas las bailarinas estaban ensayando para tratar de conseguir la mejor y mayor nota posible, todas queríamos ser las mejores y no sólo aprobar. Yo estaba en una de las aulas ensayando, bailando, perfeccionando cada movimiento, cada gesto, todo de forma acompasada, rítmica. EL radiocassette sonaba cuando, de repente dejó de sonar... Las chicas que había allí me miraron como culpándome de aquello, era la que estaba más cerca. Volví a darle al play y la música siguió sonando. Pero al rato se vuelve a detener y comienzan a sonar unos golpes en la pared... No hacemos demasiado caso y seguimos, el radiocassette sigue sonando y la luz se apaga... Los golpes comienzan a sonar muy fuerte, las luces se encienden solas y aquellos ruidos se hacen cada vez más sonoros y seguidos. La situación era casi de histeria, una chica se acercó a encender la luz y tal como lo hizo se apagó y caen las persianas que estaban recogidas como un rodillo, a la vez todas... La clase se queda a oscuras y se siente un golpe tremendo... En ese momento salimos todas corriendo de allí, sólo estaba el radiocassette emitiendo su música armoniosa”... Era la clase maldita, la clase número cinco...,aquella donde unas manos invisibles se quedaron solas para seguir escuchando su música...

Si paseamos por el edifico podremos aún dejarnos llevar por las viejas historias de fantasmas en su interior que culpan al pobre “Nono” de espantar a alumnos y alumnas. Cuando lleguemos a esa mágica clase número 5 podremos entrar en un mundo de fantasía, con sus grandes espejos que reflejan una realidad cotidiana... ¿o tal vez no? De gran luminosidad y estampa de habitación señorial de la Andalucía perdida más favorecida en otros tiempos, por cuyos amplios ventanales se filtra los dorados rayos del Sol que se niegan a asistir a la bella danza de tantas jóvenes ilusionadas con representar, en un magno escenario, su bella e íntima coreografía. Habitaciones de reflejan el paso del tiempo, en juegos de sombras que nos hacen sospechar que ese fantasma canalla se encuentra en cualquier rincón, en la penumbra, aguardando el momento idóneo para asestarnos su roce helado e inquietante... La magia de la danza, la música y la ilusión.

Antonio Díaz era vigilante de seguridad en la escuela, aquellas noches de insomnio laboral dieron paso a una vida más estable una vez abandonado su trabajo... Cierto día del mes de Noviembre, hace va casi media década, se encontraba en la planta baja, sintió como si algo o alguien rompiera algún cristal de las grandes ventanas del edificio. Como un resorte saltó de su silla para ver que estaba ocurriendo... Sin embargo no pudo ver nada. La tarde era mala, estaba nublado y el tiempo invitaba a estar en la tranquilidad... Cuando se marchaba de hacer aquella precipitada ronda algo llamó su atención. “Era un hombre embozado en una vieja capa, con sombrero y botas marrones, caminaba hacia uno de los pasillos... Lo llamé: “Oiga, ¡espere ahí!” y aquel tipo se volvió, agachó un poco la cabeza hasta descubrir sus ojos y parte de la cara, sin afeitar... Me miró fijamente y supe entonces que aquel hombre no era de este mundo...”

Si alguna vez camina por los pasillos de este viejo palacio, siente frío y una extraña presencia delata su presencia en la penumbra... tenga cuidado, puede que el fantasma del “Nono” esté a punto de hacer su próxima aparición y usted sea el siguiente testigos en engrosar las páginas de testimonios de este libro...

José Manuel García Bautista