Desde que España entró en estado de alarma a causa del virus COVID-19, los bailaores sufrimos un cambio rotundo en nuestro día a día, al igual que el resto de la población. Quizás este cambio nos afecta mucho más a un colectivo como el nuestro debido a que, del mismo modo que el resto de los deportistas de élite, nos vemos alejados de nuestros lugares de entrenamiento y trabajo.
Definiendo un poco mi caso, paso a contar la rutina que llevaba a cabo antes del confinamiento.
De lunes a viernes pasaba alrededor de siete horas en el Conservatorio Superior de Danza “María de Ávila”, de Madrid, centro en el que este año me he graduado como Titulada Superior en Pedagogía del Baile Flamenco. Entre las actividades que llevamos a cabo los alumnos de centros de este tipo están:
• Trabajar la técnica de pies, brazos, giros y desplazamientos.
• Estudiar cada palo del flamenco.
• Trabajar la improvisación.
• Analizar el repertorio de los diferentes referentes artísticos del baile flamenco.
• Aprender la metodología que debemos usar cuando impartamos clase.
• Cursar asignaturas teóricas.
Durante algunas horas de la tarde impartía clases presenciales de flamenco y por último, algunas noches, trabajaba en algún tablao flamenco de la ciudad.
El conjunto de todas estas actividades llenaba por completo mi día a día sin apenas dejar hueco a otras tareas. El oficio que lleva a cabo el bailaor contiene, por tanto, esfuerzo, sacrificio, entrega, ilusión, ganas, constancia y horas, muchas horas.
Tomando clase te formas técnicamente, impartiendo clase afianzas conocimientos y los trasmites al alumnado y, finalmente, en el escenario, te forjas como artista y profesional, además de conseguir el fondo físico necesario para desarrollar con éxito cada paso en esta carrera.
Con esta pandemia, todo este horario totalmente establecido se derrumba. De tal modo, los bailaores, como personas creativas tenemos que recurrir a seguir trabajando aunque sea de manera diferente.
En mi caso he organizado mi rutina de la siguiente manera:
• Entrenamiento de cardio y fuerza en casa (en el parque del Retiro cuando dejaban salir de casa). Con esta actividad evito lesiones.
• Entrenamiento de baile flamenco en el garaje de mi bloque de pisos. Con esta actividad mantengo mi coordinación, memoria y formas dancísticas.
Gracias a diferentes ejercicios puedo decir que no he perdido la forma física, pero que, irremediablemente, el fondo que ofrece el escenario ha desaparecido en todos los que componemos este ámbito artístico y laboral.
Ahora paso a contar otro aspecto que ha ocupado muchas de las horas centrales de mis días en esta cuarentena. Bien es cierto que muchos de los artistas flamencos se encuentran en una situación laboral desprotegida legalmente en esta época, por ello, me he dispuesto a culminar un estudio que analiza al baile flamenco en el mercado laboral (también soy Graduada en Relaciones Laborales y Recursos Humanos). Así pues, he analizado las entrevistas realizadas a veinticuatro bailaores/as relevantes en el mundo del flamenco en las que se tratan temas que engloban el período recogido entre la formación del intérprete y su jubilación. Con este proyecto pretendo aportar mi granito de arena a nuestro sector, con el objetivo de conseguir cuanto antes la dignificación que merece el empleo de todos aquellos que hacen flamenco de forma profesional.