
Imaginero y Escultor contemporáneo.
Premio Bellas Artes del Ministerio de Cultura de Francia y Artes Plásticas 2022 del Grupo BSNGóngoraTC.
Javier López del Espino, es joven, insultantemente joven. Su edad no hace más que prometernos que si ya es un referente de la escultura española, su límite no existe.
Es lucentino, de Córdoba, quizás sea el motivo por el que trabaja en dos ámbitos de la escultura claramente diferenciados: la imaginería y la escultura contemporánea.
Sus inicios artísticos son realizando imágenes religiosas para ir introduciéndose “en la escultura contemporánea a través del estudio, la reflexión, el esfuerzo y las ganas de querer utilizar distintas narrativas a la hora de expresarse como artista, más que hablar de volúmenes y de escultura lo que intenta con sus obras es hablar de un estado de ánimo, un lenguaje que a su modo de entender hace que tenga mucha más profundidad que el simple hecho de realizar imágenes sin ninguna intención más allá que el de la belleza o la sorpresa expresiva”.
Hace pocos días visitamos su estudio para conocerlo y descubrir su obra. Su trabajo. La importancia que le da a la imaginería, como centro de un universo conocido; pero también la trascendencia de un universo, lejano, por explorar, que es la escultura contemporánea.

Su espacio es muy amplio: disfruta de trabajar para hermandades de Semana Santa, como para coleccionistas privados -estos algunas veces compran directamente y antes de terminar la obra a través de Instagram, cuando el sube alguna foto-, como ciudades o países (caso del Vaticano).
Su obra no es de aquí, es de otros mundos lejanos que necesitan de innovaciones que le va explorando como esa cabeza de mujer dorada que tanto nos sorprendió o ese pequeño esclavo negro que marchaba para la exposición de Estados Unidos.
El nos comenta que “sus esculturas las realiza en dos sentidos, como una proyección, pero también como una introspección, hacia fuera materialmente en relación con el espacio donde se ubican, pero también hacia dentro con la luminosidad en los sentimientos representados incluso con los colores utilizados, este espacio doble, el físico y el del fuero interno le permite crear a manera de metáfora ser fiel a la vocación del retrato, por un lado, capturar la fisonomía, pero también el alma y el carácter”.
Actualmente está trabajando para ambiciosos proyectos en EEUU, Rep. Dominicana, Francia, Abu Dabi y México, en este último caso nos muestra su pasión por lo clásico con la propuesta, novedosa pero inspirada en el cristo velado de San Severo.
Su altisimo nivel no ha parado de ser reconocido, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Aunque, como indica López del Espino, “los premios los tengo en casa, aquí no quiero que me despisten de mi trabajo diario”.
Ha sido, este año que vivimos, reconocido por el Ministerio de Cultura de la República Francesa que le ha concedido -a través de la Real Academia de Artes, Ciencias y Letras- la medalla de oro al mérito de las bellas artes. Ya en 2016 le concedieron la de plata. Podríamos hablar, en argot gastronómico, que en 2016 consiguió las dos estrellas michelin y este año ya le han dado la tercera.
Otro de los importantes reconocimientos es el de ser Consejero de Número del Real Instituto de Estudios Históricos Políticos de Ciencias y Artes Alfonso XIII y miembro adscrito del Consejo General de las Reales Academias e institutos de España.
A ello este año se le ha reconocido con el Premio Artés Plásticas 2022 otorgado por el Jurado de los Premios José María Toro Sánchez a la Cultura y que son patrocinados por el Grupo de Información, comunicación y promoción Blanco Sobre Negro – Góngora – Terribles Creacciones (BSNGóngoraTC).
José Manuel Rosario
"Quería crear una obra que se relacione con mi historia y mi experiencia. La situación actual del mundo, propicia para melancolía y cuestionamiento, me llevó a apropiarme de Albrecht El grabado de Durero para interpretarlo con mi lengua de fuego".
Jean Boghossian (2022)
En el intensamente emblemático y sugerente signo de Albrecht Dürer grabado Melencolía I, 1514, Jean La obra de Boghossian elige a Venecia como la teatro de un apólogo visual crucial en el forma de una obra escultórica monumental en qué impulsos poéticos y artísticos, civiles sentimientos y destinos existenciales se fusionan y regenerar.

La gran escultura-instalación Melencolia Contemporánea, 2022, creada en reciente meses por Boghossian y ubicado en la terraza de la Compagnia della Vela en el Molo Marciano en la cuenca de San Marcos, se encuentra en plein air con un elocuente síntesis formal, recordando no sólo la la mirada del individuo sino también los pensamientos de todo viajero que ve sus formas en su paseo diario.
Las dos morfologías del «romboide» y la «escalera» presente en la imagen del famoso grabado de Albrecht Dürer, reinventado en diferentes proporciones y la mano de obra en el monumental obra escultórica concebida por Boghossian,
renovar una tradición que nunca se ha extinguido en arte europeo, perpetuando un modo que es no sólo filológico sino también emocional poético.

Este trabajo, de hecho, ha traído evidentemente a la luz, con su inquietud o mnemotecnia insurgencia dirigida a la modernidad artística, los magistrales antecedentes de la obra de Picasso interpretación de Las Meninas de Velásquez, del sueño de de Chirico del clásico escultura de Ariadna, citando a Paolini Ingres o Watteau a través de sus obras y del propio Parmiggiani, quien fue igualmente inspirado en la obra de Durero para situar su versión en el Gori Collection Park en el corazón de la Toscana. Pero en las formas durerianas que tienen sufrió la ampliación de El sueño inspirador de Boghossian y voluntad evocadora, ha inscrito con fuego y humo tanto su propia lingüística impronta de turbulencia y los nombres de las tres ciudades a las que una parte sensible de su vida está atado: Ereván, Alepo y Beirut. Los tres nombres de los lugares donde ha vivido, como los vértices de un fatídico triángulo en el que sus raíces, su vocaciones artísticas y su destino como el hombre contemporáneo se entrelazan, pueden leerse en mayúsculas en el anverso de la poliedro sólido, demostrando que son tierras del mundo, que en el curso de hechos históricos podrían ser intercambiados con otros lugares como Bagdad, Kabul o Kiev, donde los asuntos humanos parecen encontrar ninguna solución a la trágica repetición de destrucción, genocidio y guerra.
Son precisamente las ciudades de su origen, la juventud y madurez que han contribuido, con sus altibajos dramáticos, para dotar su vena artística con un lenguaje que podría ser definido como 'artísticamente homeopático', porque a través del fuego, el humo y el destrucción de los materiales a los que recurre, él transforma su destino, cambiando su calidad y esencia, y extractos de ellos arte y lenguaje para expresar la necesidad de belleza y salvación. Como en todo proceso alquímico, acecha por artista una melancolía operativa, que La obra de Durero no deja de sugerir. En la coyuntura en el tiempo cuando esta obra por Boghossian, concebido como una premonición de una crisis a superar, madurar y tomó forma, los signos herméticos sobrevivientes de la piedra filosofal de lo constructivo perspectiva romboide y los siete peldaños escalera para subir o bajar son perceptibles y reconocible, junto con el oscuro amenazas de una caída de la razón.

Esta reciente creación de Boghossian ha sido descrito como un trabajo-apólogo, un desnuda alegoría de la necesidad de elaborar dramas contemporáneos con la única lenguaje enigmático disponible para un artista. En la obra de Boghossian, sólo dos elementos reelaborados de la famosa obra de Durero se han destacado los grabados, también reconfigurado a través del color, mientras que otros objetos-ensamblajes que componen ese iconografía, han sido deliberadamente borrado por la nueva asamblea.
Ciertas presencias, como el murciélago que sostiene el rollo que da nombre al grabado de Durero, ciertamente podría haber sido reproducido en la obra de Boghossian, considerando la actualidad de este mamífero entre los Causas hipotéticas de la pandemia que ha barrido todo el planeta en los últimos años: un evento que ha demostrado ser nada menos que una peste que las guerras, masacres y éxodos humanos en varias partes del mundo, desde Siria hasta Libia y otros lugares. Pero Boghossian no persigue la actualidad de la noticia tanto como la movimientos reflexivos del alma con respecto a la invariabilidad de la condición humana, siempre debatiéndose entre caer y levantarse.
Un proceso que no parece poder encontrar una solución, pero qué artista, de Durero a Boghossian, no ha evitado en para al menos intentar imaginar y configurarlo con su obra.
Bruno Corá, abril 2022