6. Hall de Entrada
1.
Lucía suspira. La cuerda de su violín tiembla por una corchea en llamas. Se han apartado los metrónomos y las postales color amarillo. La joven jamás quiso ser dominada por la partitura. Ahora solo mira a los focos y, luego, a la curvatura de sus zapatos.
Sus sueños pasaban por noches de jazz y algún que otro manjar exótico, como besarse con el saxofonista o acabar envuelta en las sabanas del batería. Pero eso ya no formaba parte de ella. Ahora resuelve entre bambalinas partituras francesas en el hall de la entrada del hostal. 30 euros por semana, tres noches a la semana, 3 horas al día.
La risa burlona de los clásicos le habían enseñado a olvidar. Y ella así lo hizo, sin luchar, como recostada en la cama no queriendo molestar. La vida no estaba hecha para la joven.
La cuerda al final se rompió. Ella suspiró de alegría o de pena, o de llanto, a veces hermana gemela del delirio. No quiso más que recordar de dónde venía el amor o a dónde se había ido. El tiempo era azul. Quiso tocar hasta la última nota, ya imposible, pero lo quiso. Lo intento, se desgarraba el alma, pero no pudo. No pudo. Otra vez no pudo como si del batería, ya perdido y difuminado, se tratara.
2.
“Dire Straits”. El salón es largo y estrecho. En uno de los extremos, un Romeo cansado fuma de su pipa y sueña con el balcón abandonado de años. Ya no queda nada. Furtivamente mira una foto gastada de ella que guarda en el bolsillo de la chaqueta. Algo le hace mirar al frente. La puerta un punto de fuga perfecto. El vestido blanco, sublime. Julieta entra caminando exactamente a las 9:15 de un 25 de Diciembre de una Navidad ausente y huérfano. Un fanático “Bose” suelta las notas más reales de todo el año. Ella lo sabe. Él lo sabe.
Romeo reposa su espalda en la vertical de la silla. Julieta mueve su cuerpo de cera. Romeo sueña con hacerle el amor de nuevo. Ella comienza a llorar como cuando lo hacían. Romeo espera que algo lo saque de allá. Julieta solo baila y le mira y le llora. Pero no lo ama. Él lo sabe. A ella no le importa. “Dire Straits” se traba, el “Bose” se olvida de la canción. Romeo siente, angustiosa, la espera del cuerpo de cera hasta su lado. Julieta siempre ha sido mucho más firme y elevada. Romeo le pide una noche para mentir. Ella solo sabe mentir, pero no con él.
Quizá ya lo esté haciendo. Yo me fui de la casa cuando ella se sentó cerca de Romeo. Yo no estaba invitado. Quizá ya están en la cama, o en el sofá, o en el baño, o Romeo llorando y ella riendo, o ella llorando y él riendo, o los dos llorando, o los dos riendo, o no haciendo nada más que mirarse y abandonarse de nuevo, o quizá no había nadie y “Dire Straits” solo sonaba, y yo fumaba de esa pipa y sin fotografía.
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Título6. Hall de Entrada