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REVISTA CULTURAL BLANCO SOBRE NEGRO


 

Las voces ocultas del silencio

La escritora María Jesús Mena, flamante directora de la librería madrileña Odisea Espacio Cultural, ofrece a los lectores la obra Esclavos de nuestros silencios (Impronta, 2024).  

Después de Poemas ciegos (2019), Relatos monocromáticos (2020), El frágil corazón de Marcel (2021) y Poemas sordos (2022), la autora madrileña vuelve a la poesía para hacernos reflexionar sobre el sentido de la vida, la encrucijada de las relaciones amorosas, el poso agridulce de la rutina y el vacío de las palabras. Para ello rompe los tópicos tradicionales –“Somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras” (M. Gandhi) – y explora con exquisito tacto y sensibilidad la cara más oculta del silencio. Un silencio que representa el poder que se oculta tras las palabras y que va más allá del efímero vaivén de lo cotidiano.

El reencuentro de un hombre y una mujer, después de un tiempo de distanciamiento, se convierte en un motivo recurrente y casi en una obsesión a lo largo de unos poemas cercanos, en ocasiones, a la prosa poética. Mediante una estructura muy equilibrada, como si se tratara de una breve representación teatral, la poeta acerca al lector a un mundo real, fugaz y engullido por el paso del tiempo. Es precisamente el poema Esclavos de nuestros silencios, que forma parte de TRASCENDENCIAS, el que anticipa mediante acertadas reflexiones lo que va a suceder después. Los primeros versos –“Somos prisioneros del ritmo de los días / de lo vivido y de lo que queda en la punta de la vida…” – abren el telón a la presencia de la rutina, a la fragilidad de la vida y a esa andadura desnortada muy bien expresada en este sugerente juego de palabras: “Somos reos / 

En INTRAMUROS, la primera parte de estos dos episodios de reencuentro jalonados por sendos epílogos, el poema Plaza tomada marca un camino aparentemente sin retorno en el que las palabras se mantienen al margen y solo las ideas tamizadas por el silencio –“Pienso, luego callo” – son las que enmarcan un camino de huida “de esta vida rápida que engulle nuestros días”. También la ternura se abre paso en este desplazamiento en el que el azar ha perdido ya todo su crédito.  Solo las manifestaciones silenciosas del amor – caricias, besos, manos enlazadas– brillan como pequeñas luciérnagas en la noche y anticipan un mañana de despedidas y de vuelta a la rutina: “Fue corto el asedio / y fácil el triunfo”. Porque la vida no debería ser tan sofisticada y siempre permanece esa vuelta a la poesía, como manifestación de sentimientos y germen de silencios. Los tres EPÍLOGOS son como una cantinela que se convierte en una espera inquietante y en un enfrentamiento a la realidad del día después de encontrar el amor: “Y también sé que no me importa lo que opinen. / Ahora nos toca a nosotros tomar la palabra”.

Dentro de este vaivén simétrico de situaciones, El lugar incierto de la duda cede la voz del silencio al otro protagonista del reencuentro, un hombre frágil, dubitativo e inquieto que se interroga sobre las paradojas del amor: “¿Se olvida el primer amor? / O más bien, / ¿se olvida el amor?” –. El camino es el mismo, pero las sensaciones son muy distintas. Es mirada fija en los menudos pies, ese silencio inquietante, esos besos de adolescentes se perfilarán como un simulacro falso en la noche de la gran ciudad: “La noche se volverá sosegada y cauta, / y la ciudad un espacio vacío”. Los EPÍLOGOS cambian el guion inesperadamente y las llamadas al teléfono móvil mantendrán un hilo tenue de esperanza de próximos reencuentros: “Conseguiremos sincronizar nuestras agendas / y quedar de nuevo para un café”.

La representación ha terminado y el poema Mutis por el foro, perteneciente a EXTRAMUROS, es la visión fría y más o menos objetiva de un espectador anónimo que ha contemplado la andadura de los amantes “en una avenida desierta y en silencio”. Vuelve a bajarse el telón hasta que la vida inicie una nueva representación, tal vez diferente, de dos vidas que buscan algo distinto, al margen de las directrices y las normas ocultas del pasado.

José María Ariño Colás

Doctor en Filología Hispánica