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REVISTA CULTURAL BLANCO SOBRE NEGRO


 

Impresionante, es la palabra idónea para el regreso de Trinidad Montero a los escenarios ante los cordobeses por José Manuel Rosario.

“La cosa está que Trini”, ha sido un privilegio poder disfrutarlo.

bsntrini1Hay momentos en los que uno se siente absolutamente privilegiado por disfrutar de ellos. Sin lugar a duda, el regreso a la escena cordobesa de Trinidad Montero La Trini, es uno de estos.

La Trini ha vuelto a encontrarse con ese público que la ama, que desea disfrutar de esa prodigiosa voz.

Hoy un repertorio muy estudiado y trabajado, con arreglos bellos y perfectamente adaptados a su timbre y a su color de voz, ha conseguido que el amor, tal como ella misma ha planteado en “la cosa está que Trini”.

La magia, que habitualmente ella aporta encima de un escenario, esa luz que irradia de su garganta ha sido completada con dos prodigios de la naturaleza musical.

Luis Dorado ha demostrado la imponente calidad que atesora en su trabajo en la percusión. Un recorrido musical que ha sido magistralmente acompañado por cajón, cajas y platos. Sus manos transmiten las sensaciones que completan los sentimientos de la interprete.

De otro lado, posiblemente uno de los más grandes guitarristas de la escena actual -por lo menos en mi humilde opinión- y que está llamado a ser uno de los referentes internacionales en la guitarra flamenca.

Luis Dávila, a dos guitarras, nos ha guiado por dentro y por fuera de cada nota. Nos ha encumbrado con su toque cerca de las mas altas cotas de la musicalidad.

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La capacidad de este interprete ha permitido ser, quizás, el interruptor necesario para que desde un principio Trinidad Montero, no cantara, sino que emitiera una luz que ha sobrevolado por la escena y ha llegado a ese público que, si ya estaba entregado a la entrada, acababa de imbuirse de ese amor que Trini emanaba.

La Trini ha creado un microcosmos lleno de matices y sensaciones. Los sentimientos que transpiraban los presentes llenaban de pasión contenida un espacio único.

El montaje hay que considerarlo como perfecto, el justo, ni sobrando ni faltando, estaba y no sobraba todo lo que ese lugar, esos músicos y esa cantante requerían.