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REVISTA CULTURAL BLANCO SOBRE NEGRO


 

El Ático donde vive nuestro espíritu por José Manuel Rosario

Si la ilusión de muchos de nosotros es disponer del suficiente dinero para disfrutar del mejor Ático, y de las mejores vistas, ya podemos decir hoy que por tan sólo doce euros lo podemos encontrar.

Ese es el valor que tiene una soberbia revista. “El Ático de los Gatos” nos ofrece una maravillosa visión sobre la mejor literatura, la mejor cultura, que actualmente se está realizando en nuestro país.

Como todo buen vino, hemos dejado que repose este número siete, hemos disfrutado de leerlo y releerlo con la tranquilidad que se degusta ese “Gran Reserva” que es está bella revista.

El Ático es un proyecto, una lucha, un querer hacer visible a tanta y tanta gente, que, por desgracia, no es inmensamente conocida. Son buenos, muy buenos, aquellos y aquellas que han ofrecido su pluma para completar las 100 páginas que componen esta obra de un diseño hermoso e idóneo para el fin que se busca.

Takara Editorial, como tantas pequeñas editoriales de nuestro país, lucha por hacer llegar la mejor literatura, la CULTURA, con palabras mayúsculas, a todos.

Las propietarias de este Ático, Rosario Troncoso -Directora de la Revista- y su compañera de viaje literario, Carmen Sotillo, disponen de un espacio para todos aquellos que disfruten de ser compartidos. Un espacio inteligente, que no un Smart Space. Las habitaciones de este hogar no necesitan de tecnologías novedosas e innovadoras, necesitan de amigos que quieran compartir buenos ratos en ella.

Casi cincuenta amigos y amigas, grandes y reconocidos unos, jóvenes y dando sus primeros pasos otros, componen el número de residentes que están conviviendo en sus diez habitaciones.

Cada una de estas con su propia decoración, con su propia temática.

Aquí los gatos maúllan con sus plumas, máquinas de escribir u ordenadores. Hay maullidos jóvenes, nuevas promesas de una poesía que llena nuestra alma, que nos hace sentir esas nuevas generaciones que vienen a ofrecer su mano para seguir ampliando el Ático.

Otro, ya curtidos en las batallas de la literatura, de la poesía, o incluso de los artículos periodísticos, dan poso para que en el salón comunitario todos puedan compartir buenos momentos.

El Ático de los Gatos, es el domicilio de todos aquellos que disfrutamos de lo escrito con gusto y que busca ese pellizco en nuestros sentimientos.

Muchos, como hemos dicho, son los habitantes de este hogar durante este periodo. No puedes relacionar a uno para dejar otro fuera.

El interiorismo que han conseguido definir las gestoras, ya que propietarios somos todos, ha permitido que todos ellos como albañiles de este espacio y todos nosotros, como visitantes temporales de esta residencia cultural, nos encontremos muy cómodos. Dejados caer sobre las pinceladas que son algunos de sus poemas o inmersos en la lectura de algunos de sus artículos de interés.

Los más pequeños, los aforismos, los vemos correr de un lugar a otro. Llenan con su sutil gracia la sonrisa de todos. Otros, algunas de sus narrativas breves, dan asiento y templanza. Hay que leerlas parados, posiblemente con ese “Gran Reserva” que teníamos al principio en una mano.

Nuestra literatura, la literatura iberoamericana, necesita que esta urbanización, donde cada edificio ha concluido en un bello Ático, no se quede en el número siete.

Esta debe ser una colonia próspera. Una colonia donde sigan llegando cientos de nuevos habitantes y convivan con los ya asentados.

Edificaciones que vayan consolidando un entramado de calles que unan nuevas y maduras generaciones de literatos, articulistas y poetas.

Tenemos que conseguir tener nuestra residencia, vacacional, cultural. Esa en la que de forma periódica podamos descansar y compartir momentos con los buenos amigos.

No queremos, ni podemos, perder estas maravillosas vistas que tiene “El Ático de los Gatos”