No hace mucho, o quizás si demasiado, Pepe González Arenas y yo, nos encontramos en la inauguración de una exposición comisariada por una conocida nuestra.

Allí, en el Museo de Bellas Artes de Córdoba, surgió la vena artística. Fluyeron ideas que concatenaron en una magnífica exposición.

El inicio era simple, el final mucho más complejo.

El inicio, la idea primitiva, era hacer un pequeño reportaje fotográfico por parte de González Arenas a la figura de uno de los más relevantes artistas españoles, que nació en Córdoba, Juan Serrano.

Ante ello, no puedo negar la ilusión que me haría, quise poder grabar ese encuentro artístico de un fotógrafo con un inmenso artista.

De momentos está la vida llena y de aquella conversación de homenajear a uno de los creadores del grupo artístico Equipo 57, nació El Fotógrafo y el Artista.

Acompañamos a Juan, tras un primer café donde pude conocerlo, a visitar sus dos estudios. Uno más íntimo. Con la luz necesaria para poder trabajar pero que no nos permitiría grabar allí. El segundo, mucho más luminoso, amplio y efectivo para el trabajo.

Colocamos nuestras cámaras y dejamos que el arte fluyera entre aquellas paredes. Pepe González al que le une una gran amistad, fotografiaba y preguntaba. Hablaban de arte y artistas. Hablaban de Córdoba y su idiosincrasia.

Pero también hablaban de su historia.

Recuerdo, quizás porque se quedó marcada en mi retina, como se le iluminó la cara cuando nos verbalizó como conoció a Picasso.

Acompañado de otro de los grandes miembros del Equipo 57, José Duarte, marchan a Francia a conocer, en 1956, al inmortal malagueño.

Ellos comienzan a preguntar en círculos que podían estar cercanos al artista, dónde se podría encontrar. Algunos pensaban que eran toreros que querían conocer a Picasso, algo habitual en la época.

Al final consiguieron identificar el lugar donde se hallaba.

Al parecer en una plaza, en un espacio abierto, localizaron al genial creador y corrieron hacia la figura. La fortuna les vino de lado y tropezaron cayendo a pies de Picasso.

El pintor se acerca a ellos y Juan Serrano, elevando su vista, le comenta “maestro soy un pintor español…” a lo que interrumpe Pablo y le comenta “¡anda! Igual que yo”.

La narrativa de aquel momento le retraía a sus 27 años. A sus inicios artísticos. A un años antes de crear, en el Café Rond Point de París el Equipo 57.

Sus 89 años rápidamente se convirtieron en su juventud.

Aquel veterinario que también estudió arquitectura nos ha dejado. Pero queda su obra como pintor y arquitecto.

Un referente artístico en una ciudad, en una región, llena de arte y creatividad. Nos deja lo más importante que todos tenemos. Nos deja su legado artístico y su legado personal.