XVII
El abismo estuve presenciando
para observar lo que queda en nuestras almas.
Todo era lo esperpéntico del mundo,
¡qué horror poseer tanta desgracia!.
Y aún la desgracia me cubría
cuando pensé que materia me sobraba
mientras yo, subida en una nube,
esperaba entre momentos tu llegada.
Después de esperar por tanto tiempo
la cálida mejilla de tu alma
descubrí que el cielo era muy bello
y el amor…la libertad del alma.
XVIII
Cien crepúsculos el cielo
adormece mil mañanas.
Mil gorriones tocan nubes
en un cielo puro y grana.
XIX
Amanece y veo el mar
como brama entre las olas,
como brilla el pulcro Sol
y resucita la aurora.
Amanece y veo el mar,
el secreto de las sombras
desaparece en tinieblas
frente al claro de la aurora.
Veo amanecer el día
junto a la orilla del mar
y siento las multitudes,
la lejana humanidad.
Como las olas lejanas
que se increpan sin calmar
llega a mis cansados ojos
un rayo oscuro y fugaz
y pienso en unos momentos
en notas dulces balar:
¡” Oh, mi Sol resplandeciente,
quiero mi amor ver llegar
sobre esa bruma celeste
que a mi alma elevará!
¡Oh, mi Sol resplandeciente,
extiende ufana mi paz,
porque moriré observando
como amanece en el mar!
XX
Pensaba meditando
lo negro del pasado,
deseos e ilusiones
entre un mar de fracasos.
Pensaba meditando
al pie de aquella estrella
que en cada noche clara
le hablaba entre mis rejas.
Pensaba meditando
en un pasado etéreo
y un futuro intangible
que se esconde sin verlo.
XXI
Como estrellas radiantes
de ámbar y azuladas,
la frágil primavera
que a crisantemos canta.
Como la luz del día
que abre nuestras almas
van pasando las horas…,
los segundos, sin pausa.
Van pasando las horas,
van pasando las almas
por el túnel del tiempo
que un querubín guarda.
¿Se va acabando el tiempo
o es la vida que pasa?
¡Contéstame, deprisa,
que mi alma está cansada!
XXII
Arcano y dulce secreto,
inconfesable y etéreo
que se escapa entre el incienso
y da olor a mis recuerdos.
¡Qué futuro sin deseos!
Huella profunda
que te recuerda en lo inmenso.
XXIII
Soñaba tantas veces
estar junto a tu lado
bajo la Luna llena
y una nube de encanto.
Soñaba tantas veces
en silencio a tu lado
bajo la Luna llena
y una nube de encanto.
Soñaba tantas veces
en silencio a tu lado
unirse nuestras almas
y besar el espacio.
Pensé yo tantas veces
en el etéreo vaho
que une los abismos,
el allá más cercano
y pensaba apenada
en el cielo de espanto
que perdió tu sonrisa
entre brumas y escarnios.
XXIV
Hablándole al oído
para alejar mi queja
le pregunté una noche
con rumor de desierto:
“¿Es verdad que la vida
se evapora en un beso?
“Con certeza es seguro
-respondió en el momento-
porque el aire me falta
y me ahoga el silencio”.
XXV
Dame un cáliz que rebose de amor
para la Luna cubrir
y que empañe su enigma
un vuelo feliz.
Dame un cáliz labrado
donde el amor me sirvas sin fin
y que en prosaica y leve sonrisa
fraterne una rosa al carmín.
Dame un cáliz eterno
que hasta la Luna se empeñe en gemir,
que hasta los astros curiosos vigilen
cuando mis ojos se fijen en ti.
XXVI
¡Ahí, mi Torre junto al rio,
que a gentes viste atacar
en la orillita del río
que baña blanco tu altar!
¡Ahí, mi Torre junto al río,
Guadalquivir, ¿qué me das?,
con tu puente trianero
que une lo eterno y fugaz.
¡Ahí, milenario Tartessos,
quién te pudiera arrancar
ese beso tan marino
de espaldas a bajo mar
que cada cuerpo te infringe
cuando te mira al pasar!
Carmen Torronteras