LIII
Me dio la vida en verdad
tristeza, un amor… y amigos.
Me confirió la tristeza
para amar a muy lejitos.
Me dio amigos y esperanza
¡qué orgullo tener amigos!.
Dio luces al corazón
y me apagó los sentidos.
Me hizo volar a los lejos
donde nadie llega invicto
y me regaló un tormento
con un cofre amarillito.
Amarillito de oro,
hecho con muchos suspiros
y una llave que la abre:
el amor que en ti cobijo.
Esta es la vida presente,
la futura llegó…y vino
y me besó con cariño
para mostrar que estás vivo.
LIV
¡Qué estupor es la muerte
cuando doblega al poeta!
Se le muere el corazón
y resucitan las letras.
Los sentimientos se escapan
y el estertor se enajena
y los pájaros sollozan
con la muerte del que sueña.
LV
Sentí un día mi envidia
que acortaba las rosas.
Me daba larga vida
y un infierno en la sombra
ensangrentando mi cielo
con alma pulcra y amarga.
La vida sentí un día
morir en precipicio
con un estertor vacuo
y el alma a pleno inicio.
Un día sentí envidia
y lloré a mi destino
porque era aquel,
mi hermano,
a quien mataba mi abismo.
LVI
Me despojó la vida
de tanta cosa hermosa,
me quitó tantos sueños
de mi color en rosa.
Me hirió tantas veces
Sin saber por qué cosa
que mi alma ya está débil
y mi espíritu a solas.
Me hirió de tantas formas
esta vida de gloria
que las fuerzas las pierdo
y decepciones sobran.
Me despojó la vida
de tantas cosas rosas
que si tú me abandonas
mi vida entera sobra.
LVII
Tu aroma vaga en mi vida
y mis ojos en tu tez.
Llevo tu olor en mi pelo
y tus besos en mi piel,
mil mañanas de esperanza
y tu sueño, a flor de miel.
Despertaste a la doncella,
que durmió al atardecer,
con tus ojos de tristeza
y tu boca a pleno arder.
Con el alba de mañana
te trajo el amanecer,
con las flores y los lirios
y en la mano un gran clavel.
LVIII
Al acercar tu rostro,
tu mano a mi garganta,
besaba tu mejilla
una vez, y a mil pausas.
Al acercar tu rostro
y besarme el cabello,
al estrechar mi pecho
contra tu firme cuerpo,
al besarme alocado
y rendirme al completo
mientras mi alma caliente
se entregaba en un beso.
Mientras yo te besaba
y mi cuerpo era fuego
susurraba en voz baja
y sin fuerzas y aliento:
“¡Ámame hasta la muerte…!!.
“¡Mátame con un beso!”.
LIX
Mis sueños y pensamientos
forman parte del tormento,
¡qué grandeza es el soñar
y qué inmunda realidad!.
¿Qué es lo real e incierto?
¿Qué es lo puro y lo bello?.
Y ríe el mundo burlón
de los sueños del amor,
de lo eterno y la ilusión
porque no hay nada más sutil
que la verdad de los sueños.
Mundo ingrávido y siniestro
que envenenas mis suspiros
enajenando mi anhelo.
Ni con el último aliento
mataras lo que no muere
aunque muera en el intento.
LX
Quiero subir al mundo,
y volar al infinito,
gritando en precipicio.
Oír en un himno
al mundo vencido,
al mundo colmado,
vestido de risas,
de flores hermosas.
A un mundo azulado.
Un mundo cubierto
de sinceros lirios,
de verdades rosas,
de sueños de hadas
y hasta mariposas.
De amor y nobleza,
de un radiante azul
y blanca paloma
que vuela surcando,
sembrando la tierra.
LXI
Allí, donde reside la virtud,
en un lugar desconocido.
Allí, donde la Tierra es Sol
y la Luna es hechizo.
Allí, donde el pan solo es pan
y el vino es manantial cobrizo.
Allí, donde todo es alegre
y lo triste es inaudito.
Allí, donde el aire es suspiro
e inhalo aire puro y limpio.
Allí es donde corre mi alma.
Allí es donde vuela desnuda
Para unirse contigo.
Desnuda que vuela mi alma y
naufraga con rumbo elegido.
Desnuda con crines azules,
de cometa errante
y luceros marinos.
Desnuda, hasta un cielo incierto,
te busco azarosa para estar contigo.
LXII
Ámame hasta la muerte,
mi amor, y confina
tu cuerpo y el mío.
Sacia mi sed de tristeza
y alimenta, mi vida,
el amor que ansío.
Bésame con presteza,
mi cielo,
deposita tu cuerpo
en el mío
antes que la vida pase
y cierre tras ella
un velo granate
de amor y erotismo.
Bésame con tus labios
de hombre, delicados,
fuertes y opresivos,
con tus labios
que marcan mi cuerpo
y me dan, por siempre,
el amor que ansío.
Cúbreme con tus brazos
de hombre,
esos fuertes
que ciñes conmigo,
esos brazos
que apresan cintura
y me envuelven rauda
en un leve suspiro.
Ya mi cuerpo
pronuncia tu nombre
y yo yazgo dormida
en un limbo,
en un cielo
de ángel fundido,
paraíso eterno
por estar contigo.
Y a los dos,
nuestros cuerpos trabados,
sin poder separarlos,
unidos,
como un ser que bifurca
en dos seres
que parecen uno,
tu yo, confundidos.
………………