LXXXVI
¡Es tanta la grandeza
de la amada Poesía!
Alada mensajera
del demiurgo alcanzable.
¡Tanta es su belleza,
su pálpito diario
en un mundo
sin tiempo ni medida!
Es tanta su grandeza
que si se extinguen
vida y amor y se habita
del triste recuerdo enmascarado,
la Poesía,
me otorga el sentir, el vivir,
y siento incontenible
al sentirte a ti……, Poesía.
LXXXVII
Cae el tiempo y
tras el sosiego
se desliza el velo
que cubre lo tétrico
y perdido.
Cae el tiempo
y he cambiado.
Igual, mi corazón
ha cambiado.
He perdido tu imagen
y tu esbelta figura
incrustada en mi alma.
Mis aletargados sentidos
despiertan,
amaneciendo a una nueva vida.
Cae el tiempo
y con él, tú mismo.
¿Podrás levantarte algún día?
Si pudiera encontrar
las marcas del pasado,
entonces, volvería
tu silueta a mi vida,
sobrada de distancia
y mancillado de olvido.
LXXXVIII
En mi incierto cerebro
tengo yerta una idea.
Pienso y medito
pero pienso en la Nada.
Una extraña metafísica,
bifurcación de espíritu
y de cero. Lloro,
pensando así toda una vida
y pienso y sólo llego a la Nada.
LXXXIX
Si alguna vez la rosa cae hacia tu mano,
precipítala en tu pecho y siente su fragancia.
Si alguna vez el Sol deslumbra el horizonte
contémplalo a la sombra de la vida.
Si cae sudor alguna vez en tu mejilla
y en tu cuerpo germina otra sonrisa,
abrázala y suspira.
Si alguna vez no tienes mi presencia
y sientes el nudo correoso del olvido,
¡abrázame!, porque estoy contigo.
XC
Esa tarde estaba en penumbra,
abrazada en el regazo de mis padres,
con la mirada al cielo.
¡Si supiera volar!
Si supiera volar iría al infinito
llevada por las alas de los pájaros.
Esta tarde estoy en la penumbra
y pienso en ti, y en si te pierdo.
De mi mano borro el anillo de amor,
y pienso en si te pierdo y lloro acongojada,
trémula y en silencio.
Y si un día te pierdo, perdería el amor
más sublime de todos, el más idealizado y
al ir pasando el tiempo
pesaría con más fuerza el castigo.
Cuando el tiempo me alcance
y tenga mi tez surcada por los años
vivirás aún más en mi memoria
sin ya tener sentido mi existencia.
XCI
A ti, desconocido para mí,
y de quien sólo sé el nombre.
A ti, hombre de mundo, bueno,
que intrigas con tus ojos mi mirada.
Eres la salvación, la puerta abierta,
a la que huye mi alma
aletargada y muerta.
XCII
Aguas dulces que se unen
y van a dar a la mar.
Multitudes de sonetos
que se escuchan sin cesar.
Mundo sutil, correoso,
frágil y de metal, y yo,
dentro de una urna
donde observo sin hablar
porque la vida es un juego
del que no aprendí a jugar.
XCIII
Aquí, entre cuatro paredes,
un alma yacente está,
las rejas no son visibles
pero, ¡maldito final!.
Un alma que ya ha negado
al amor su caridad.
Un alma que asiente
en tregua,
pues se acerca su final.
Un alma que vuela alto
buscando sin encontrar
el complemento perfecto,
lo errático de la paz
porque así, y de esa forma,
es lo inocuo de mi mal.
XCIV
Mi musa,
que conmueve el corazón
y abre el sentido.
Que impulsa mi deseo
hacia sus brazos y
en un momento quedo desvalido.
Mi musa,
que mi sueño
me ha aturdido
con cálidas visiones pasionales.
Mi musa,
que impulsaba mis latidos
y que mi mente
dejaba entre chacales.
Mi musa,
mi deseo,
pasión ardiente,
sueño que perdí
sólo en un día,
el vaho que DIOS
puso en mi mente
con aureola ardiente
entre dos mares.
XCV
Un sueño de ojos grandes
y corazón menguante.
Mujeres, no tenéis
porque enjugar el llanto
si el viento arrastra y lleva
el lodo del engaño
dejando lo que ocultan
la pupila y los años.
Un sueño de ojos grandes
Y corazón menguante.
Mujeres, no llorad,
sufrid el desengaño.
Si muero que se rían
los bobos y los mancos
y decid en mi tumba
como requiebro humano:
“Aquí yace el tormento,
aquí yace lo humano,
convidado de piedra
del amor sin notarlo.
Su vida se apagó
al paso del engaño”.
XCVI
(dedicado a mi Madre)
Reencarnación de almas,
nueva vida,
empezar un camino penitente
de seres que antes
fueron diferente
y ahora ya son cuerpos transformados.
¡Respeta la excepción!.
Respeta el tiempo
que para nosotros
se para en el recuerdo
y en el reloj que marca
ese momento!
¡Respeta a la mujer
a la que amo sobre
todo visible e ignorado
pues no será
barrera ni mi muerte
cuando se dirija mi alma
hacia el estrado!
Siempre recordaré
y tendré presente
la frase que en mi
mente se ha forjado:
“En cualquier tiempo,
hora o mundo extraño
te seguiré queriendo
sobre todo, porque tú eres
mi sangre, eres mi brisa
porque eres mi tercero
y gran tesoro”.
XCVII
Cansada de la vida,
del estrecho camino recorrido
donde ovejas pastar no se veían,
volví cabizbaja la cabeza
exhortando lo que antaño había perdido.
Yo he sido un caminante silencioso,
sin camino, ni rumbo ni destino,
el náufrago del barco que no existe
donde el timón ejecutó el camino.
Seguí siendo tripulante, juez y guía
del estertor de un barco
que prolongó su vida,
tranquilo caminante que contempla
la plácida bahía.
Yo fui el que perdió de sus bolsillos
el mapa de la tierra que se ansía
y encontré mis ojos fulgurantes
entre tesoros libres de la vida.
Trono que ambiciona el poderoso
y el inútil lo anhela entre buhardillas,
Tesoro que no llenan mis bolsillos
y que a mi alma hacen compañía.
Tesoros que poseo humildemente
y que a mi vida llenan de alegría.