Con una trayectoria que ha sabido transitar con naturalidad entre el indie, la electrónica y los ritmos latinos, La Bien Querida regresa con un disco que, lejos de artificios, mira hacia dentro. Un trabajo menos ambicioso en lo formal, pero más honesto en lo emocional, donde el amor propio reemplaza al romántico y donde cada canción respira la serenidad —y la ironía— que caracterizan a Ana Fernández-Villaverde. Entre paseos, silencios creativos y una gira que vuelve a acercarla al calor de las salas, la artista reflexiona sobre el oficio, la vanidad contemporánea y la necesidad de mantenerse fiel a una misma incluso cuando el mercado va por otro lado.

Para empezar, ¿en qué momento profesional dirías que te encuentras actualmente?
Pues creo que me voy manteniendo, que ya es bastante.
¿Y en qué momento sentiste que este nuevo disco debía llevar tus iniciales como título?
Cuando lo estaba acabando pensé que lo iba a llamar así. Fue como un impulso.
¿Qué diferencia este trabajo de los anteriores? ¿Tener tus iniciales en el título hace que lo sientas más tuyo?
No, todos los siento muy míos. Son canciones hechas por mí. Pero sí, comparado con el anterior, este es diferente: aquel era más ambicioso y con sonidos latinos; este es menos ambicioso porque así quería hacerlo.
¿Hay un hilo conductor o un concepto que atraviese el disco?
Ahora se lleva mucho lo del concepto, aunque a veces esté cogido con pinzas. En este disco canto al amor propio en lugar del amor romántico.
¿Dirías que hoy queremos más a los demás y menos a nosotros mismos?
No, al contrario. La vanidad está por encima de todo. Pensamos siempre en nosotros mismos y hemos perdido el horizonte de ayudarnos más entre nosotros.
¿Por qué le recomendarías a alguien que escuche tu disco?
No se lo recomendaría. Soy muy mala vendiéndome. El que quiera que me escuche; el que no, nada. Mi marketing es cero agresivo.
En “Ni bien ni mal” se percibe una sensación de caminar para pensar. ¿Qué papel tienen los paseos o rituales creativos en tu proceso?
Son importantes. Los momentos de no hacer nada son necesarios porque estás pensando. La canción habla de eso: de lo pequeño, de estar “bien”.
¿Cómo gestionas la presión externa o las expectativas del mercado?
Estoy bastante fuera del mercado. Me lo hago todo yo: el disco, los estilismos, la escenografía… Estoy un poco al margen.
¿Hubo algún tema que se resistiera en el estudio?
Siempre. Nunca quedan las cosas como me gustaría. En el camino vas encontrando cosas. Esto es lo que tengo con mis recursos y habilidades, que tampoco soy una gran virtuosa.
¿Alguna canción del disco que te siga removiendo emocionalmente?
Todas tienen su aquel, pero “Una estrella”, que se la hice a mi hija, y “S.O.S.”, que tiene mala leche, me parecen especialmente potentes.
¿Escribes cuando algo te duele, cuando se calma o cuando empieza?
Cuando me duele mucho no escribo. Escribo cuando empieza o cuando se calma.
En canciones como “S.O.S.” usas humor e ironía. ¿Cómo equilibras dolor y ligereza?
Es mi forma de sacar las cosas: con humor e ironía. Es una técnica para liberar decepciones. Siempre hay alguna canción con dardos envenenados.

¿Qué música te acompaña en el día a día o en el estudio?
En el día a día escucho poca música; me gusta el silencio. Pero cuando compongo, otros artistas me inspiran. Me ha afectado mucho la muerte de Robe; hacía oro puro con las palabras.
¿En qué sonido se mueve este disco? ¿Has pensado explorar otros estilos?
He hecho electrónica, folk, latino… Voy haciendo lo que me pide el cuerpo. No tengo prejuicios.
¿Qué descubriste sobre ti misma componiendo este álbum?
No sé si descubrí algo concreto. Me autorrealizo cada día. Quizá me di cuenta de que tengo una hija de 13 años y no le había hecho una canción.
El próximo mes vienes a Sevilla de gira con el Festival Insólito, ¿te apetece tocar en esta ciudad?
Me gusta Sevilla y tengo ganas de tocar allí. Amigos y amigas vendrán a verme. Hace mucho que no tocamos allí.
¿Qué tal llevas la gira?
Muy bien. Me gusta girar en invierno porque en salas hay más cercanía con el público. A quienes venimos del directo nos viene bien este formato.
¿Te gusta tocar en directo?
Sí, me gusta. No soy un animal de escenario, pero disfruto. A veces lo paso muy bien y otras mal, porque pasan cosas inevitables. Pero estoy agradecida por poder dedicarme a esto.
¿Prefieres festivales o salas más íntimas?
Depende del festival, del sitio, del público. Ellos te dan el feedback que te hace venirte arriba.
Para terminar: ¿algún propósito para el nuevo año?
Seguir tocando. Seguir teniendo trabajo, como todo el mundo.
Imágenes. Rubén Vega




