Una constante en la historia del arte ha sido sin lugar a dudas el gusto por exaltar la figura femenina, la figura de la mujer en sus muy diferentes aspectos, sensibilidades y quehaceres diarios.
Referencias de un tiempo acaecido, de una época, etapa o espacio dando por hecho la constante de su importancia y preponderancia desde el inicio de los tiempos.
La obra de Cristina Abella es fiel reflejo de ello. En su trabajo nos encontramos esa constante por engrandecer la imagen de la mujer en sus mil y un aspectos posibles, en sus mil y una referencias o posturas ante la vida. Su labor, fruto de un incansable esfuerzo diario, se plasma en cada lienzo transitando entre el realismo de la vivencia diaria y el surrealismo de la aplicación del propio sentimiento transformador de emociones y quehaceres.
Claro aspecto pop en el que la base o centro de atención es el rostro y la tonalidad que lo acompaña, una tonalidad sumamente coloristas, arraigada en la contundencia de semblante y facciones que en la mayoría de casos, de mirada fija, incitan al contemplador a mantener una más que pura conexión o interrelación con lo representado y con lo que está más allá de ello, con lo que la autora pretende transmitir a modo de mensaje interior, a modo de comunicación o anuncio publicitario de lo que cada mujer refleja, de lo que una profesión, postura social, actitud o situación constata ese propio “yo” en un lugar y momento determinados.
Me atrevería a incidir en la importancia de este interés de Abella por modelar la figura femenina según circunstancias como fruto de su interés por priorizar la misma y darle la relevancia que merece dentro de este universo o sociedad creada a lo largo de siglos y siglos, aunque bien es cierto su gusto por recalcar la presentación de una mujer actual y moderna, de una mujer que dirige la batuta de su propia existencia acaparando el centro de las miradas y de lo que potencialmente se nos da como sencillamente digno de alabanza.
Una obra positivista y singular, todo un canto de exaltación, elogio y celebración de lo que la mujer representa y supone en nuestro pequeño gran universo.
Francisco Arroyo Ceballos
De la Asoc. Internacional y Española de Críticos de Arte AICA/AECA