Múltiples caminos o vías de expresión son las que afloran en el sentir del creador, en ese poder de transmisión del más puro de los sentimientos, porque clara y básica necesidad expresiva tiene el que con su poder creativo afronta una particular visión del mundo que le rodea, más allá de fines lucrativos, más ciertamente por una inevitable o imperiosa sensación de absorber y transmitir lo que acaece a diario, lo que de privilegiado tiene un toque de atención, un desgranar, o un acariciar eso que no ha de volver a llegar…, el instante vivido, ese segundo, esa secuencia que inevitablemente no se dará de igual forma o circunstancia.
En la obra de Diego Canca podemos encontrar lo anteriormente reseñado, ese gusto por representar lo cotidiano y ensalzarlo dándole carácter de particular o incluso de “especial”.
Un jarrón, una maceta, una puerta, un bote de pintura o un simple lápiz son algunos de los objetos que podemos ver representados en su obra, utensilios de andar por casa, muchos de ellos propios de la labor del propio artista.
En innumerables ocasiones el tratamiento es hiperrealista y en otras deja que el realismo contenido de paso a ese permitir que el contemplador acepte y asimile la situación como si de él mismo se tratara, como si enseres y circunstancias de su propio entorno vivenciara al entrar en sinergia con lo plasmado.
No hay duda alguna de que nos encontramos ante un virtuoso del arte, y no sólo por su poder representativo sino porque a ello se le une la capacidad por inocular o radiar sus propios sentimientos o estados de ánimo a través de cada lienzo, en ocasiones muy colorista, otras fiel reflejo de la realidad y en otras repletas de cierta bruma que envuelve lo representado. Optimismo, euforia, aceptación,.. incluso concavidad, declive o abatimiento son sustantivos que podemos asimilar dependiendo del instante representado.
No quisiera terminar sin reseñar su gusto por el auto retrato, por la constatación de ese “yo” interno del que pretende dejar muestra o certificación en sus múltiples estados y fases, en su más que destacada crónica que de sí mismo, tal vez como futuro estudio del autor y sus “momentos”.
Diego Canca, un artista del sentimiento apasionado que supone el devenir diario, la exaltación o valor de lo cotidiano como fuente y sentido de vida.
Francisco Arroyo Ceballos
De la Asociación Internacional y Española de Críticos de Arte AICA/AECA