Con casi cinco décadas dedicadas al periodismo cultural, este autor no solo ha construido una carrera sólida como cronista de nuestra realidad, sino que ha sabido reinventarse como novelista, llevando al papel historias que combinan misterio, historia y cultura. En su última obra, ambientada en el emblemático barrio gótico de Barcelona, nos invita a recorrer calles que son casi un personaje más, mientras explora los límites entre realidad y ficción, pasado y presente. Entre premios literarios y recorridos por la ciudad, hablamos con él sobre sus personajes, su proceso creativo y cómo la historia puede iluminar nuestra visión del presente.
Para empezar, muchas gracias por la entrevista. ¿En qué momento profesional, en qué etapa dirías que te encuentras actualmente?
Bueno, pues en una etapa sorprendentemente buena, teniendo en cuenta que tengo 68 años. Por un lado, como periodista, creo que he cerrado un ciclo: soy un periodista veterano, sigo trabajando con muchas ganas, pero lo más importante ya está hecho. En cambio, como novelista, siento que todavía estoy despegando. Tengo cuatro novelas publicadas, con el premio Nadal y ahora con el premio Fernando Lara, que realmente impulsa mi carrera. Eso me hace sentirme muy joven.
El barrio gótico de Barcelona aparece en tu libro como un personaje más. ¿De qué manera lo has escrito para que no eclipse a los personajes reales?
Ese era el gran reto. Quería mezclar una trama de misterio atractiva para el lector con personajes contemporáneos, inspirados en gente de mi generación, nacidos en los años 50. Al mismo tiempo, quería contar historias vinculadas al barrio gótico de Barcelona, un lugar único en Europa. El gran trabajo fue entrelazar ambas líneas para que ninguna eclipsara a la otra, sino que estuvieran compensadas.
En el libro vemos cartas, desapariciones, enigmas... Pero ¿cuál fue la semilla real que te impulsó a escribirlo?
La semilla fue el propio barrio gótico. Cuando era niño, iba allí con mi padre, que era historiador, y me explicaba su historia. Años después, ingresé en la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, con sede en ese barrio, lo que me hizo volver a recorrerlo y estudiarlo. Descubrí que buena parte de su estética es una recreación: edificios trasladados piedra a piedra, reconstrucciones, incluso falsos elementos góticos, como el Puente del Obispo, que parece medieval pero se construyó en 1928. Ese hallazgo me fascinó y fue el germen de la novela.
¿Cuánto tiempo te ha llevado recopilar toda la información?
La información la he ido recopilando a lo largo de 15 años, pero la escritura de la novela me llevó unos dos años y medio.
¿Qué parte del misterio es ficción y qué parte realidad?
Creo que la novela se inscribe en la tradición del “thriller cultural”: misterio con gran carga histórica y cultural. El modelo más canónico sería El nombre de la rosa, de Umberto Eco, o también las primeras novelas de Pérez-Reverte, como La tabla de Flandes o El club Dumas.
¿Qué feedback estás recibiendo de los lectores?
Hay lectores que destacan la parte personal, con un protagonista que comparte cosas conmigo. Otros se fijan en las dos hermanas —una guía turística y otra religiosa—, que despiertan mucha intriga. Y quienes conocen Barcelona se sorprenden al descubrir la reinvención del barrio gótico que relato.
Dices que Víctor tiene un 40% de ti. ¿Cómo has negociado esos límites con él?
Víctor aparece ya en mi novela anterior, El informe Casabona. En cada capítulo le doy algo mío, pero también le quito para que no se parezca demasiado. Es un tira y afloja constante.
¿Qué descubriste con esta novela respecto a tu oficio de periodista y tu faceta de novelista?
Como periodista, me sorprendió la cantidad de datos desconocidos sobre el barrio gótico. Como novelista, el reto fue incluir un fantasma —el de un amigo desaparecido— sin que la historia se convirtiera en fantasía, sino manteniendo el realismo de una fábula contemporánea.
¿Querías desligarte del periodismo y ser solo escritor, o crees que ambas facetas deben ir unidas?
En mi caso, el periodismo cultural ha sido el hilo conductor de mi vida. Empecé a los 20 años y llevo casi medio siglo en ello. Me ha permitido viajar, conocer a mucha gente y, sin duda, ha influido en mi narrativa.
¿Qué peso dirías que tiene el pasado en el presente?
Cada persona decide cuánto peso le da. Yo soy historiador, así que siempre me ha interesado explorar el pasado. Me ha permitido entender atmósferas y enriquecer mis libros. Creo que hoy la sociedad es muy “presentista” por las redes sociales, y convendría recuperar la mirada histórica para aprender de lo que ya vivieron generaciones anteriores.
¿Usas a menudo las redes sociales?
Uso WhatsApp, Internet y un poco de inteligencia artificial. Antes usaba más Twitter, ahora menos. Tengo pendiente Instagram y TikTok, que sí usan mis hijos. Ellos me van explicando, aunque a veces con paciencia.
¿Te dio vértigo lanzar esta novela, sobre todo al haber recibido un premio tan importante?
Sí, un poco. El premio Fernando Lara trae una gran tirada y mucha promoción, algo que no había tenido antes. Da vértigo, pero también mucha satisfacción y la responsabilidad de estar a la altura.
¿Querías hacer algún tipo de denuncia o crítica social con el libro?
Más que denuncia, quería plantear preguntas sin respuestas fáciles. Me di cuenta de que tenía información y atmósferas que merecían convertirse en una novela distinta.
¿Cómo te sientes tras haber ganado el premio Lara? ¿Te anima a seguir creando?
Sí, ha sido un empujón muy importante que me estimula mucho como novelista.
¿Con qué personaje te quedas: Víctor o algún secundario?
Víctor es mi alter ego, así que le tengo cariño. Pero también me interesan mucho las hermanas gemelas, y Regina Suelves, la mujer desaparecida, a la que quise dar una segunda oportunidad en la ficción.
La novela tiene capítulos cortos que invitan a seguir leyendo. ¿Cómo lo lograste?
Usé un recurso clásico de la novela policíaca: terminar cada capítulo en alto, dejando enigmas abiertos para enganchar al lector.
¿Qué importancia tienen los personajes secundarios en tu obra?
Quería que la novela no fuera un misterio sin alma, sino que tuviera humanidad. Los secundarios aportan precisamente esa dimensión.
Ha sido un salto desde tus crónicas familiares a una novela de misterio cultural. ¿Cómo lo viviste?
En realidad, no tanto, porque recuperé al personaje de El informe Casabona. Aunque pasaron ocho años sin publicar, ese vínculo suavizó el salto.
¿Te gustaría explorar otras ciudades además de Barcelona en futuras novelas?
Sí, aunque de momento quiero asimilar todo lo que ha generado este premio. Es posible que vuelva a usar a Víctor y lo lleve a otro lugar, pero todavía debo enfriar los proyectos.
Entonces, ¿crees que deberíamos aprender del pasado para no repetir errores en el presente?
Como mínimo, debemos conocerlo. En mi novela muestro el barrio gótico con su mezcla de autenticidad y reconstrucción, invitando al lector a interpretar lo que el pasado nos dice.
¿Por qué recomendarías tu libro?
Porque es una trama entretenida con un contenido cultural original.
¿Cómo ves el panorama actual de la literatura española?
Veo mucha vitalidad y diversidad generacional. En la Feria de Frankfurt 2023 participé en el comité que seleccionó autores, y constatamos la fuerza de la narrativa histórica, la policíaca, la confesional y la de imaginación, además de una gran incorporación de mujeres escritoras. Es un momento muy bueno.
¿Qué estás leyendo ahora? ¿Quiénes son tus referentes literarios actuales?
Estoy leyendo a un joven estadounidense, Richard Wise, que en los años 30 recorrió California y Utah con un burro, escribiendo cartas a su hermana. Desapareció a los 20 años y nunca se supo qué le ocurrió. La editorial Nórdica ha publicado sus cartas y me parecen fascinantes.
¿Te atraen especialmente las historias de desapariciones?
Sí, es un tema que me interesa mucho y que también aparece en mi novela.
Si pudiéramos dar un paseo por Barcelona, ¿qué lugares me enseñarías relacionados con el libro?
El Palacio Real Mayor, el Museo Marès, el Palacio Requesens (sede de la Real Academia de Buenas Letras), el Ayuntamiento de Barcelona con el Salón de Ciento, y el Círculo del Liceo, de acceso restringido, pero al que podría llevarte yo.
Y para terminar, ¿qué tienes planeado para los próximos tres meses?
Trabajo en La Vanguardia y tengo muchas presentaciones y conferencias relacionadas con Misterio en el Barrio Gótico. Así que mis próximos meses estarán dedicados a este libro.