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Literatura

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Entrevistamos a Livia María Bianchi por Pablo Andrés Rial

“No me gustan los libros demasiado sentimentales, los que hacen llorar, o que te quieren develar el sentido de la vida”.

La escritora italiana, Livia María Bianchi, que reside en Buenos Aires, es autora del libro “Jaque Mate (Scacco Matto)” publicado en 2021 por la editorial Milena Caserola, su obra consta de nueve cuentos: ocho transcurren en la ciudad de Buenos Aires y uno en Roma.

Así como en “El Extranjero”, la novela de Albert Camus, los lugares y las personas se entretejen con la propia extrañeza individual, íntima e irreversible. La cotidaneidad o por el contrario, lo aún inexplorado, socavan cierto desgarro vivencial que nos convierte en eternos observadores y accionadores por y para la readaptación de nuestra propia identidad..

En la obra a la que Bianchi le llevó casi una década, se pone en jaque al amor, a los caminos que ilusoriamente aparentan ser amables y despejados. La construcción de los personajes mantiene un desarrollo dinámico, en el que se se van entramando una suerte de infinita mudanza, que trae consigo al desorden: lo caótico que se arma se desarma, se acomoda, alista y nuevamente vuelve a sufrir de traslados como cambios de piel, de calles, de ciudad, de vínculos, de emociones, culturas y experiencias.

Influenciada por el cine y el teatro, Livia moldea cada relato como si todos ellos se fueran de las manos dirigiéndose hacia finales que no son finales, tal como ella misma lo confirma: no hay ningún mensaje predestinado.

Cuentos como Agua y El Guardián del amanecer son apenas una muestra suficiente de las diversas llanuras sobre las que caminan sus narrativas, que pasan desde el relato de una desaparición ocurrida durante la dictadura, hasta un desencuentro sentimental, sus cuentos oscilan entre lo diario y las peripecias, logra convertir a la intemperie en protección.

-¿Cómo definirías a tu forma narrativa? ¿Qué crees que la diferencia de otras?

Esta pregunta no es fácil de contestar para mí.

Puedo decir que me gusta ir y venir, adelante y atrás en el tiempo. Construir lo que pasó empezando por el presente. O contar la misma historia desde el punto de vista de más de un personaje.

Me apasiona la locura vista desde adentro. Siempre me apasionaron las historias donde el protagonista se vuelve más loco a cada paso. Me divierte que nos tomemos tan en serio: creo que en el fondo no sabemos qué hacer. Por eso en las historias que cuento la secuencia cronológica a veces pasa en segundo plano: mis relatos tienen interrupciones bruscas y secuencias desordenadas, me parece la manera más adecuada de hablar de nuestras vidas, la más parecida a la realidad.

Además, cuando estamos afuera de nuestras casas, a partir de cuándo nos vestimos, salimos y hablamos con otras personas, muchas veces actuamos. Idealmente apunto a que la narración sobre un mismo personaje pueda tener dos registros, es decir que  pueda sugerir dos climas diferentes: uno para el desempeño social del protagonista y otro para su interioridad.
Me gusta que la narración se expanda alrededor de un hecho mínimo, a veces de la duración de pocos segundos. Me interesan los detalles del mundo de afuera que nos toman solamente un minuto en verlos y que desencadenan historias larguísimas adentro nuestro. En mis cuentos hablo de la historia de un personaje porque me interesa que se sepa que ese personaje está marcado por su historia, y no tanto porque me interese contar lo que le pasó antes de que lo conozcamos. Eso obviamente condiciona la manera en la que abordo una descripción y los construyo.

Otras escritoras y escritores quizás plantean relatos con un inicio y un final, en orden cronológico. O cuando mencionan un personaje por primera vez, hacen digresiones largas para contarnos de él, con un estilo parecido a cierto tipo de teatro, cuando los personajes se destacan de la escena coral y se presentan al público con un largo monólogo sobre ellos mismos.
Tampoco me abandono a una narrativa de frases cortas, cada una dedicada a un pensamiento o recuerdo del protagonista. Trato de interrumpir continuamente con referencias a la realidad, porque eso es lo que suele pasar en la vida: estas muy metido en tus pensamientos y de repente tu gato, una bocina, un mensaje en el celular, etc.

En cambio obviamente hay autoras y autores que les dan más espacio sin interrupciones al diálogo interior, es decir al flujo de pensamientos del protagonista con sus idas y vueltas.
Mi libro Jaque Mate está lleno de adjetivos. En otras cosas que escribí después, ya no hay casi, me volví más ahorradora de adjetivos.

Además, a diferencia de otros libros, puedo decir que el final de mis historias siempre es abierto, que en la lógica interna de mi cuento no hay verdades, no hay mensajes unívocos; no hay personas totalmente buenas o totalmente malas o errores incorregibles, ni siquiera hay errores, no hay salvación tampoco. No hay amores románticos. Dedico muchas páginas en el intento de describir los movimientos mínimos dentro de esos glaciares monolíticos que forman nuestras identidades.

Eso condiciona mi narrativa.

-¿Sos muy detallista al momento de escribir? ¿Cómo es tu proceso creativo?

Mi proceso creativo es ir escribiendo cosas que me hacen pensar, sin ningún objetivo ni hilo conductor: cosas que veo en la calle, que me cuenta la gente o esas conversaciones sin sentido que sigo trabajando en mi cabeza porque no tuve el coraje o la oportunidad de tenerlas cuando tenía que hacerlo. Escribo disfrutando de estas cosas como si estuviera tomando venganza contra alguien. La sociedad, esa persona, ese amor fallido, esa mentira, esa tragedia. En otros momentos en cambio, me dan ternura ciertas fragilidades mías y de los demás. Escribo ya que esa tristeza se vuelve dulce cuando lo hago. Y me hace bien.

Después de mucho tiempo vuelvo a leer y veo si puede nacer una novela corta de algunos textos, o de uno solo. Todo nace de unos de estos textos. Le pego otros textos nuevos después, sin modificar el texto que originó la inspiración. Tal vez algún texto puede ser usado para un diálogo, otro para un personaje, y mezclo todo, y agrego lo que surge mientras estoy en el proceso, mientras escribo.

Al final retoco muchísimo todo, cambio palabras, reordeno párrafos, pero ya no altero la naturaleza de lo que escribí, al contrario le obedezco ciegamente.

El formato de los cuentos para mi es ideal. Me gusta trabajar mis cosas con el formato de collage o patchwork. Los 9 cuentos de este libro forman algo coherente en su conjunto, aunque cada uno va hilando el sentido a medida de que lee, no hay ningún mensaje predestinado.
Tuve también un periodo en el que empecé a pintar sobre papel madera. Y lo hice obsesivamente por varios meses. Dibujaba seres imaginarios parecidos a microbios o insectos, pero después los recortaba y los unía en un papel madera más grande y los pegaba ahí. Sobre eso volvía a intervenir con colores. Hice casi lo mismo cuando trabajé en la cerámica artística: fabricaba y pintaba mayólicas individuales que componían un único dibujo al disponerlas juntas. Es lo que hago cuando escribo, tal cual.

-Si es que debe reunir ciertas características ¿Qué consideras que debe tener alguien que escribe?

No creo que haya características que debe reunir un escritor. Sin embargo hay dos cosas que siento que ayudan a quien escribe: la intensidad de su vida, es decir si ha vivido muchas vidas diferentes o tal vez una sola, pero con mucha intensidad; y la otra es el deseo incontenible de contar ese algo específico que está contando.

¿Qué artistas o disciplinas te han nutrido e influenciado y cuál es tu crítica hacia los escritores actuales?

El cine, el teatro, sobre todo hacer teatro. Y también el dibujo y la cerámica artística que practiqué profesionalmente por unos años.

No estoy segura de cuales más me influenciaron. Creo que han dejado huellas que ya no logro reconocer. A veces son parte de nosotros cosas que no sabemos de dónde ni porqué.
Respecto a la escritura, los autores y autoras que amé y que no amé son muchos de verdad. Puedo probar a destacar algunos que me enamoraron.

El primero: Aldo Nove.

Aldo Nove es un autor italiano de los ‘90 que empezó a insertar las marcas de los productos (Mc Donald, Toblerone, Mars, Mulino Bianco, etc.) como parte integrante del mundo tanto externo como interior de los personajes, y además adaptó el lenguaje al flujo de los pensamientos, eliminando por momentos la puntuación. Ese trabajo me impactó mucho.
La otra es mi amiga personal Ippolita Avalli (finalista Premio Strega 1997), ella también italiana, que siempre empieza la narración describiendo como se ve la escena si entráramos como espectadores o desde el punto de vista del personaje que describe; por ejemplo la lamparita que oscila colgando del techo,  es la iluminación intermitente con la que ella empieza unos de sus libros policiales. Es la sala de tortura del asesino, y ella empieza con la luz, esa luz baja a la cual se aferra la víctima, acostada, cuando logra entreabrir los ojos.

Quiero mencionar también el ensayo que leí este año “Una guía sobre el arte de perderse” de la estadunidense Rebecca Solnit. Nunca leí algo así. Es personal y universal, y viaja todo el tiempo entre esos dos planes.

En fin, (¡Si podemos hablar de fin!), la brasileña Clarice Lispector a la cual dediqué mi cuento sobre las cucarachas. Ella para mi es la reina del delirio. La amo. ¿Cómo se hace para crear un libro entero que describe miles de hechos interiores que acontecen en el tiempo insignificante en el cual un insecto recorre una superficie de pocos centímetros? Esa construcción del tiempo para mí es increíble.

En cuanto a las escritoras y escritores actuales, obviamente hay de todo. Publicar no es sinónimo de buen libro, y no publicar no es sinónimo de que no valió lo suficiente para ser editado.
En general no me gustan los libros demasiado sentimentales, los que hacen llorar, o que te quieren develar el sentido de la vida. Es que se aprovechan de cosas como el primer amor, la muerte, el fin del mundo, es decir cosas gigantes que vibran por sí solas y es como empezar a gritar que mañana va a asomarse nuevamente el sol: se trata de cosas inmensas e incuestionables. No digo que no vaya a devorar el libro en pocas horas ni que no me conmueva, pero me parece un juego fácil.

- ¿Crees que hay una suerte de meritocracia en el mundo artístico?

Más o menos. Concuerdo con una afirmación del director de cine Nanni Moretti. Él dice que el éxito depende de 3 factores: la perseverancia, el talento y la suerte. Dice en una entrevista que para lograr el objetivo solo se necesita la combinación de 2 de estos factores, es decir: perseverancia y talento o disciplina y suerte, o talento y suerte.

Me pareció muy acertado.

-¿Cuánto tiempo te llevó trabajar en tu libro y por qué su título? Contame acerca del trabajo de edición y traducción.

Trabajar mi libro me llevó casi 10 años. Solamente a partir del 2016 empecé a trabajar el material que había estado escribiendo desde hace algunos años, después de trasladarme a Buenos Aires.
Hasta el 2016 había escrito cosas que no quería olvidar y que me habían llamado la atención. A partir de ese año descubrí que estos textos esporádicos tenían algo en común y empecé a trabajarlos como serie de cuentos. Los dos últimos que escribí fueron Agua y El Guardián del amanecer: estos son distintos, los escribí de un tirón, en una tarde, el primero fue después de una pelea con mi ex marido y se inspira a lo que me contó un desconocido sobre la desaparición de su padre durante la dictadura. El segundo,  El Guardián del amanecer fue después de hablar de una decepción de amor de una conocida que había vuelto a Buenos aires desde el exterior y la mezclé con cosas que me dolían a mí. Había también un cuento número 10 , el más largo, el más complejo, “Lágrimas de curandera” que no publiqué: nació raro, le metí muchísimas horas de trabajo pero no me gustaba. Tiempo después una amiga que lo leyó dijo que tal vez era para una novela, no para un cuento. Ahí había puesto mis necesidades personales de encontrar razones o respuestas que en realidad no existen. Y para mí se le notaba en el cuento que yo buscaba cosas que no lograba encontrar.

En 2017, en Mendoza, le presento a una conocida, en ese momento Profesora de teatro,  el cuento Jaque Mate, nunca publicado antes y traducido con cierta aproximación en un día, para un posible guion teatral. Le gusta mucho, lo adapta, y me propone que yo sea la protagonista. Y así empecé mi actividad de actriz. Fue también la primera vez que hice leer un cuento de este libro a alguien. El cuento La Visita es el único que tenía un antecedente que ganó en el ámbito de un concurso nacional en Italia en el 2014, pero la redacción que tenía en mis manos en ese momento y los demás cuentos, no se los había mostrado a nadie antes. Animada por el resultado, pasé todos los cuentos a mis amigos en Italia y todos querían que los  edite. Pero yo dudaba.

Sin mis amigos este proyecto no existiría.

En ese momento el título del libro era “Buenos aires y otras magias” que me gustaba porqué nacía de un recuerdo de la infancia “El fantasma de Canterville y otros cuentos” de Oscar Wilde. Me divertía este abordaje en el que hay algo principal y algo menor y quise tratar la magia de Buenos Aires como si fuera algo menor respecto a la ciudad en sí, como si Buenos Aires fuera un mago tan poderoso que su magia es mayor que todas.

Pero cambié el título a “Jaque mate”. Jaque mate en el ajedrez es cuando no tenés salida. Todos los personajes de mis cuentos tienen planes, pero las cosas no son como las han pensado o planeado. Quedan atrapados en algunas verdades que ya lo cambian todo, que les impiden volver atrás y ser los mismos.

Después propuse a un alumno mío de italiano, Sebastian Gomez, un canje. Yo iba a supervisar sus escritos en italiano sobre Antonio Gramsci y él tradurría conmigo mis cuentos. Había tomado esta decisión sin ni siquiera saber si quería editar. Pensaba más en pasar los textos a versiones teatrales.

La traducción fue difícil y pesada. Nos vimos con Sebastián para trabajar juntos por zoom por varios meses una vez por semana.

Un día cuando ya casi lo tenía, fui a buscar verdura a la casa de la mamá de una amiguita de mi hija que vivía en el barrio. Comprábamos verdura orgánica pero era mucha para una sola familia y la compartíamos. No nos conocíamos mucho pero ese día le conté que estaba muy cansada por el trabajo de traducción. Ella me pidió leer el trabajo para darme una mano. Le gustó mucho. Ella y su  marido tienen un editorial de filosofía y me recomendaron enviar mi libro a una editorial en particular, que según ellos amaba ese tipo de trabajo.

Y así fue que propuse el libro a la editorial Milena Caserola que después de mucha insistencia por parte mía, logró encontrar el tiempo para leerlo y decidió editarlo. Fue en ese momento que Sebastián me comentó cuán difícil era encontrar libros en italiano en Buenos Aires y me recomendó publicarlo en los dos idiomas. Al principio su idea me pareció horrible, pero después de hablarlo con el editor convenimos que la traducción era parte de la historia del libro, de su proceso, de mi biografía también, y que eso era un valor. Y así nació un libro en dos idiomas.

Las ilustraciones son de Isabel Bogoni, hechas para el libro. Ella me inspiró para uno de los personajes en el cuento Como el papel. Con Isabel (y también con los pintores Mirco Marcacci y Mariano Ferrante entre otros) alquilábamos en el 2010, un espacio para nuestros talleres de cerámica en el barrio de La Boca, justo en la casona que describo en ese cuento, que es real y todavía funciona alquilando habitaciones para artistas.
Al editor, Matias Reck,  le encantó la ilustración en tinta china hecha por Isabel y la intervino con colores.

La segunda propuesta de tapa que me presentó el editor, por fin me gustó, la aprobé y con mucha emoción 60 días después tenía la primera impresión en mis manos.

- Contame acerca de tus futuros proyectos.

Entre mis proyectos del momento, está mi unipersonal Magdalena y la arena con la dirección de Javier Medina.

La estrenamos en el teatro El Fino de Buenos Aires el año pasado y sucesivamente logré un patrocinio por parte de la Embajada de Italia que me llevó a iniciar un nuevo proceso para presentar una versión en italiano. Guiada por el director Javier Medina, este trabajo se está modificando y creciendo y pensamos presentarlo en Octubre de este año.
Los textos son míos pero el conjunto es fragmentario. Redacté y junté textos de todo tipo y sobre temas preestablecidos: mi infancia, mi cuerpo, textos que amé, canciones, diálogos de películas, etc. y después los recortamos en función de las acciones y de la lógica interna de la obra que entonces propone imágenes diversas que el espectador va interpretando según un sentido propio. Ni hablar  que esta dinámica es perfecta para mí que amo el collage en los procesos creativos. Incluso rescaté un texto del cuento número 10, el que no se incluyó en Jaque Mate, y me encanta como quedó en Magdalena.

En segundo lugar estoy trabajando con una fotógrafa de Nueva York, Sara Pettinella (Little Comb Producción), un libro a 4 manos de fotos y textos sobre la Buenos Aires actual para publicarlo en Estados Unidos, en 3 idiomas: italiano, español e inglés.

Quiero hablar de la situación que estamos viviendo. Son fotos hermosísimas que queremos acompañar con textos. Trabajé entonces en un diálogo imaginario entre dos amigas que hablan de la ciudad, y que describe poéticamente el crudo proceso de desintegración de la sociedad en este momento. Apuntamos a este contraste. La perfección de las imágenes, la total imperfección de la realidad.

 

 

-¿Cuánto tiempo te llevó trabajar en tu libro y por qué su título? Contame acerca del trabajo de edición y traducción.

Trabajar mi libro me llevó casi 10 años. Solamente a partir del 2016 empecé a trabajar el material que había estado escribiendo desde hace algunos años, después de trasladarme a Buenos Aires.
Hasta el 2016 había escrito cosas que no quería olvidar y que me habían llamado la atención. A partir de ese año descubrí que estos textos esporádicos tenían algo en común y empecé a trabajarlos como serie de cuentos. Los dos últimos que escribí fueron Agua y El Guardián del amanecer: estos son distintos, los escribí de un tirón, en una tarde, el primero fue después de una pelea con mi ex marido y se inspira a lo que me contó un desconocido sobre la desaparición de su padre durante la dictadura. El segundo,  El Guardián del amanecer fue después de hablar de una decepción de amor de una conocida que había vuelto a Buenos aires desde el exterior y la mezclé con cosas que me dolían a mí. Había también un cuento número 10 , el más largo, el más complejo, “Lágrimas de curandera” que no publiqué: nació raro, le metí muchísimas horas de trabajo pero no me gustaba. Tiempo después una amiga que lo leyó dijo que tal vez era para una novela, no para un cuento. Ahí había puesto mis necesidades personales de encontrar razones o respuestas que en realidad no existen. Y para mí se le notaba en el cuento que yo buscaba cosas que no lograba encontrar.

En 2017, en Mendoza, le presento a una conocida, en ese momento Profesora de teatro,  el cuento Jaque Mate, nunca publicado antes y traducido con cierta aproximación en un día, para un posible guion teatral. Le gusta mucho, lo adapta, y me propone que yo sea la protagonista. Y así empecé mi actividad de actriz. Fue también la primera vez que hice leer un cuento de este libro a alguien. El cuento La Visita es el único que tenía un antecedente que ganó en el ámbito de un concurso nacional en Italia en el 2014, pero la redacción que tenía en mis manos en ese momento y los demás cuentos, no se los había mostrado a nadie antes. Animada por el resultado, pasé todos los cuentos a mis amigos en Italia y todos querían que los  edite. Pero yo dudaba.

Sin mis amigos este proyecto no existiría.

En ese momento el título del libro era “Buenos aires y otras magias” que me gustaba porqué nacía de un recuerdo de la infancia “El fantasma de Canterville y otros cuentos” de Oscar Wilde. Me divertía este abordaje en el que hay algo principal y algo menor y quise tratar la magia de Buenos Aires como si fuera algo menor respecto a la ciudad en sí, como si Buenos Aires fuera un mago tan poderoso que su magia es mayor que todas.

Pero cambié el título a “Jaque mate”. Jaque mate en el ajedrez es cuando no tenés salida. Todos los personajes de mis cuentos tienen planes, pero las cosas no son como las han pensado o planeado. Quedan atrapados en algunas verdades que ya lo cambian todo, que les impiden volver atrás y ser los mismos.

Después propuse a un alumno mío de italiano, Sebastian Gomez, un canje. Yo iba a supervisar sus escritos en italiano sobre Antonio Gramsci y él tradurría conmigo mis cuentos. Había tomado esta decisión sin ni siquiera saber si quería editar. Pensaba más en pasar los textos a versiones teatrales.

La traducción fue difícil y pesada. Nos vimos con Sebastián para trabajar juntos por zoom por varios meses una vez por semana.

Un día cuando ya casi lo tenía, fui a buscar verdura a la casa de la mamá de una amiguita de mi hija que vivía en el barrio. Comprábamos verdura orgánica pero era mucha para una sola familia y la compartíamos. No nos conocíamos mucho pero ese día le conté que estaba muy cansada por el trabajo de traducción. Ella me pidió leer el trabajo para darme una mano. Le gustó mucho. Ella y su  marido tienen un editorial de filosofía y me recomendaron enviar mi libro a una editorial en particular, que según ellos amaba ese tipo de trabajo.

Y así fue que propuse el libro a la editorial Milena Caserola que después de mucha insistencia por parte mía, logró encontrar el tiempo para leerlo y decidió editarlo. Fue en ese momento que Sebastián me comentó cuán difícil era encontrar libros en italiano en Buenos Aires y me recomendó publicarlo en los dos idiomas. Al principio su idea me pareció horrible, pero después de hablarlo con el editor convenimos que la traducción era parte de la historia del libro, de su proceso, de mi biografía también, y que eso era un valor. Y así nació un libro en dos idiomas.

Las ilustraciones son de Isabel Bogoni, hechas para el libro. Ella me inspiró para uno de los personajes en el cuento Como el papel. Con Isabel (y también con los pintores Mirco Marcacci y Mariano Ferrante entre otros) alquilábamos en el 2010, un espacio para nuestros talleres de cerámica en el barrio de La Boca, justo en la casona que describo en ese cuento, que es real y todavía funciona alquilando habitaciones para artistas.
Al editor, Matias Reck,  le encantó la ilustración en tinta china hecha por Isabel y la intervino con colores.

La segunda propuesta de tapa que me presentó el editor, por fin me gustó, la aprobé y con mucha emoción 60 días después tenía la primera impresión en mis manos.

- Contame acerca de tus futuros proyectos.

Entre mis proyectos del momento, está mi unipersonal Magdalena y la arena con la dirección de Javier Medina.

La estrenamos en el teatro El Fino de Buenos Aires el año pasado y sucesivamente logré un patrocinio por parte de la Embajada de Italia que me llevó a iniciar un nuevo proceso para presentar una versión en italiano. Guiada por el director Javier Medina, este trabajo se está modificando y creciendo y pensamos presentarlo en Octubre de este año.
Los textos son míos pero el conjunto es fragmentario. Redacté y junté textos de todo tipo y sobre temas preestablecidos: mi infancia, mi cuerpo, textos que amé, canciones, diálogos de películas, etc. y después los recortamos en función de las acciones y de la lógica interna de la obra que entonces propone imágenes diversas que el espectador va interpretando según un sentido propio. Ni hablar  que esta dinámica es perfecta para mí que amo el collage en los procesos creativos. Incluso rescaté un texto del cuento número 10, el que no se incluyó en Jaque Mate, y me encanta como quedó en Magdalena.

En segundo lugar estoy trabajando con una fotógrafa de Nueva York, Sara Pettinella (Little Comb Producción), un libro a 4 manos de fotos y textos sobre la Buenos Aires actual para publicarlo en Estados Unidos, en 3 idiomas: italiano, español e inglés.

Quiero hablar de la situación que estamos viviendo. Son fotos hermosísimas que queremos acompañar con textos. Trabajé entonces en un diálogo imaginario entre dos amigas que hablan de la ciudad, y que describe poéticamente el crudo proceso de desintegración de la sociedad en este momento. Apuntamos a este contraste. La perfección de las imágenes, la total imperfección de la realidad.