“Frente Abierto nace de la confluencia de trayectorias musicales que suman décadas de experiencia, amistades largas y colaboraciones previas. Su primer disco es mucho más que un lanzamiento: es el colofón de caminos que sus integrantes comenzaron a explorar hace años, una manera de unir ideas que hasta ahora no habían podido tomar forma. El flamenco sigue siendo la columna vertebral, pero se abre a nuevos sonidos: la crudeza del metal, la textura de la electrónica y la experimentación sonora se entrelazan sin perder la esencia del cante. El resultado es un proyecto valiente, donde tradición y vanguardia dialogan, y donde cada tema refleja la libertad creativa y la madurez de músicos dispuestos a arriesgar y a reinventarse.”
¿En qué etapa profesional diríais que os encontráis ahora mismo?
(Ríen) Buena pregunta. Supongo que en una especie de segunda juventud. Este proyecto, en mi caso, recoge casi todo lo que he intentado hacer desde el principio. No todo, porque a veces no he tenido una dirección tan clara, pero sí algunos de los caminos que empecé cuando tenía 18 o 20 años y que no podía desarrollar por falta de herramientas, compañeros o experiencia.
Ahora sí. Por eso lo veo como un colofón, un punto de llegada… y también el inicio de una nueva etapa. Es como decir: por fin he podido juntar todas esas ideas y darles forma. Creativamente, te quitas un peso de encima. Cuando lo terminamos, sentí una especie de vacío: “¿y ahora qué hago?”. Me había vaciado en este disco.
Sí, puede decirse así. Hay una sensación de conclusión, de haber llegado a algo. También de satisfacción: ver cómo ciertas ideas que estaban sueltas han encontrado su sitio aquí.
Vuestro grupo está formado por músicos con mucha trayectoria. ¿Cuándo surgió la necesidad de abrir este nuevo frente?
Todo empezó con una llamada. A Marco le propusieron crear música para un espectáculo con Israel Fernández, y coincidió con la idea que él ya tenía en mente: formar un nuevo proyecto que uniera todo lo que venía explorando en trabajos anteriores.
Así que decidimos juntarnos varios músicos que ya colaborábamos entre nosotros de una forma u otra, y dijimos: “vamos a hacerlo juntos”. De ahí nació Frente Abierto. El nombre del grupo, incluso el del disco, ya estaban ahí, esperando.
¿Qué os une más: la experiencia o las ganas de renovar el flamenco?
Ambas cosas. Teníamos muchas ganas de juntarnos y hacer algo entre amigos.
Llevamos más de veinte años conociéndonos, algunos desde siempre. Raúl se incorporó más recientemente, pero la conexión fue inmediata. Habíamos trabajado juntos en otros proyectos, y esta fue una gran oportunidad para reunirnos todos.
Además, queríamos que nadie se sintiera encasillado o asfixiado. Aunque ahora mismo todos somos imprescindibles, Frente Abierto nació como un proyecto abierto a la colaboración. De hecho, hay músicos que no pudieron participar en el disco por distintos motivos, pero la idea es que puedan unirse más adelante.
El nombre del disco, “Frente Abierto”, suena a declaración de guerra. ¿Qué queríais expresar con él?
El título se puede interpretar de muchas maneras, y eso es lo bonito. Nació de una anécdota sobre las redes sociales, pero también tiene una lectura más simbólica: una “guerra” a todo aquello que nos hace retroceder —la pérdida de derechos, la precariedad, la desinformación, el deterioro educativo—.
Es un título sugerente, abierto, y también una forma elegante de decir: “ya basta”. Cada uno, al fin y al cabo, tiene su propia guerra.
Musicalmente es difícil encasillaros: hay metal, electrónica y flamenco. ¿Cómo lo definiríais?
No creemos que haya un género que nos contenga. Si hubiera que señalar uno, sería el flamenco, porque las estructuras, las melodías y los cantes están intactos. Hay seguiriyas, soleás… todo está ahí.
El metal y la electrónica aportan textura, color, una capa sonora distinta. No todos los temas tienen ese revestimiento, pero es parte del lenguaje que queríamos explorar.
ISRAEL FERNÁNDEZ, LELA SOTO Y FRENTE ABIERTO - Parece que te voy viendo (Soleá)
¿Os dio vértigo lanzar un disco tan arriesgado dentro del flamenco?
Al principio sí. El flamenco impone respeto, pero también creemos que hay que relajarse un poco. Es un género muy manipulado —para bien y para mal—, y no pasa nada por tocarlo desde otro lugar.
Personalmente, sentí vértigo cuando me encargaron el trabajo. Era un reto enorme. Pero una vez que vi cómo funcionaba y escuché el resultado, desapareció. Cuando crees en lo que haces, el miedo se va.
Llevo toda la vida haciendo música que no le gusta a todo el mundo, y no por eso he cambiado. Creo en esto a muerte. Si a alguien no le gusta, no pasa nada: es el disco que queríamos hacer y que nos gustaría escuchar.
¿Cómo superáis los bloqueos creativos?
Nunca me he bloqueado por rechazo, sino por falta de ideas. Antes de Frente Abierto sentía cierto agotamiento creativo, y el agarrarme al flamenco fue una vía de escape. El flamenco es un material riquísimo: tiene estructuras y melodías que funcionan. No partes de una hoja en blanco, sino de una base sólida sobre la que construir.
Habéis trabajado con voces como Israel Fernández, Lela o Ángeles Toledano. ¿Qué buscabais al invitarlos?
Sobre todo, disfrutar. Queríamos escuchar esas voces arropadas por un sonido diferente, fuera de su zona de confort.
Ellos también se arriesgaron, porque aquí faltan muchos de los códigos tradicionales del flamenco. No es fácil cantar así. Pero todos son artistas valientes, con inquietudes, y han disfrutado el proceso tanto como nosotros.
¿Cómo fue escuchar las maquetas por primera vez?
Curiosamente, muchos cantaores no escucharon sus voces hasta que el disco estuvo terminado. En las maquetas utilizábamos grabaciones de referencia, y ellos grabaron después. La verdad es que habría que preguntarles a ellos cómo fue la experiencia.
Sabemos que Lela quedó encantada con sus tientos y alegrías, y Sebastián también está muy ilusionado. Todos aportaron muchísimo.
¿Creéis que hay una nueva generación de cantaores dispuesta a arriesgar?
Sí, aunque en realidad los cantaores siempre han sido creadores. Lo que pasa es que cada época tiene sus herramientas. Israel, Lela, Sebastián o Ángeles son muy coherentes con su carrera: aman el flamenco, lo conocen profundamente, pero también escuchan otras cosas y las incorporan con naturalidad.
Los grandes del pasado también innovaban. A veces olvidamos que los referentes clásicos fueron vanguardistas en su tiempo.
¿Dónde os gustaría presentar el disco?
Donde nos quieran. Ya hemos estado en Holanda, y nos gustaría seguir por Inglaterra, Bélgica… y, por supuesto, seguir tocando en España, en peñas, salas o festivales. Donde haya oídos dispuestos a escuchar.
¿Qué tema del disco consideráis imprescindible?
La Seguirilla, que cierra el álbum y le da título, representa muy bien la esencia del proyecto. Tiene todos los ingredientes. Además, solemos cerrar los conciertos con ella.
También La soledad es muy representativa. Pero si tuviéramos que elegir una, sería la Seguirilla: es la más compleja y la más completa.
¿El paso del tiempo os ha hecho más pacientes o más radicales?
(Ríen) Más pacientes, quizá… pero sin perder lo radical. Con los años uno aprende a esperar, aunque también se vuelve más terco. Es como una segunda infancia.
¿Qué opináis del término “fusión”?
Es un término confuso. Si rascas un poco, ningún género es puro. Todo tiene mezcla. Pero si hablamos de “fusión” como un estilo concreto, con patrones de jazz o pop, ahí no nos sentimos identificados.
En nuestro caso, el flamenco es la base. Las seguiriyas, alegrías o bulerías del disco se pueden cantar en una peña con voz y guitarra, sin más. Nosotros simplemente sustituimos la guitarra por el grupo completo.
Queríamos que el proyecto partiera de los músicos, no que fuera “el disco de tal cantaor con tales músicos detrás”. Es un concepto de grupo, algo poco habitual en el flamenco actual.
¿Qué os gustaría que el público se lleve después de escuchar el disco?
Que disfruten del cante desde otro punto de vista, con otros colores, otras texturas. Si conseguimos eso, ya nos damos por satisfechos.
¿Y qué viene ahora para Frente Abierto?
Tocar en directo todo lo posible y empezar a pensar en el segundo disco. Seguimos con ganas de experimentar y de seguir inventándonos. Este ha sido solo el primer paso.