La artista andaluza VIOLETA se alía con Bronquio para transformar su emblemático tema “III. OJALÁ!” en una experiencia clubbing potente y visceral. Un remix que lleva la emoción al terreno de la electrónica, confirmando la versatilidad y audacia de una voz en plena evolución.
En algún punto entre el suspiro y el compás, entre la herida y el beat, hay una artista que vuelve a renacer. Cuatro meses después de haber firmado su primer álbum —VIOLETA— la cantante andaluza nos entrega una nueva forma de sentir: “III. OJALÁ! (BRONQUIO Remix)”, una relectura eléctrica, física, casi mística, de una de sus canciones más queridas.
Si el tema original era un desgarro íntimo, esta versión es su reverso luminoso: la pena transformada en energía, el llanto convertido en movimiento. Lo que antes se decía con voz temblorosa, ahora vibra en los subgraves.
https://spotify.link/Co42zCChJXb
Del dolor al deseo: una metamorfosis sonora
“Ojalá alguien te sepa querer como yo”, cantaba Violeta en la versión original. Era una plegaria, un eco suave que se expandía entre guitarras y atmósferas suspendidas. Ahora, esa frase flota sobre una base que late como un corazón industrial, de acero caliente y neón.
Bronquio —productor jerezano, alquimista del ritmo y uno de los nombres esenciales de la nueva electrónica española— toma el alma de la canción y la arrastra hacia el club. El resultado no es solo un remix: es un renacimiento.
La emoción sigue ahí, pero su lenguaje cambia. Donde antes había vulnerabilidad, ahora hay impulso. Donde había eco, ahora hay cuerpo.

El pulso de una nueva generación
Hay algo profundamente simbólico en que sea Bronquio quien firme esta relectura. Su trayectoria —del punk electrónico a la experimentación flamenca, de Tercer Cielo con Rocío Márquez al underground de festivales— representa una forma distinta de entender la música: como espacio de riesgo y de verdad.
Violeta, por su parte, pertenece a una nueva hornada de artistas que no buscan etiquetas sino coherencia. Su universo estético mezcla tradición y futuro, folclore y sintetizador, lo andaluz y lo sideral. El remix, en ese sentido, no es un anexo, sino una expansión: una manera de decir “esto también soy yo”.
De la lágrima al beat
III. OJALÁ! (BRONQUIO Remix) no invita a bailar porque sí. Lo hace para liberar algo. El bombo golpea con la fuerza de un corazón que se recompone, los sintetizadores abren puertas al vértigo, y la voz de Violeta —envuelta en ecos electrónicos— sigue siendo la misma que dolía… solo que ahora se ha permitido sanar.
Es una catarsis electrónica. Un cuerpo que se mueve para no romperse. Un rezo que se convierte en rave.
El arte de reimaginarse
Violeta no se conforma con repetir fórmulas: las rompe, las remezcla, las reinventa. Cada paso de su carrera parece guiado por un instinto estético más que comercial, una coherencia emocional que convierte su música en una forma de autorretrato.
Y este remix lo confirma: cuando se une con Bronquio, no busca un hit —busca una experiencia. Es, en esencia, un cuadro sonoro: la paleta se expande, los trazos se vuelven eléctricos, la emoción se ilumina en ultravioleta.
Epílogo para escuchar con los ojos cerrados
No todas las canciones sobreviven a un remix. Algunas se diluyen.
Pero “III. OJALÁ! (BRONQUIO Remix)” hace lo contrario: amplía su significado. La transforma en algo que respira distinto, como si el dolor inicial encontrara su cura en el movimiento. Así, Violeta confirma que su música no es estática, sino un organismo vivo, cambiante, palpitante.
Y Bronquio, con su alquimia electrónica, la acompaña en esa mutación. Juntos, logran lo que pocos: convertir una herida en una pista de baile. Y hacerlo con arte.
Consigue entradas para la gira de VIOLETA aquí:




