La voz de Mafalda Cardenal suena hoy con la serenidad de quien ha aprendido a habitar el cambio sin perderse a sí misma. Tras un año decisivo, marcado por su primer disco, una gira internacional y el reconocimiento de un público cada vez más amplio, la artista habla desde Sevilla sobre crecimiento, raíces, canciones escritas desde la herida y cantadas desde la luz. Una conversación íntima sobre música, tiempo y la calma necesaria para seguir creando.
¿Cómo te encuentras ahora mismo? ¿Qué tal estás?
Muy contenta. A mí siempre me encanta venir a Sevilla. Además, hoy hace sol, me he despertado con la luz… así que feliz. En lo musical también estoy muy contenta y orgullosa de ver cómo, poco a poco, el trabajo va dando sus frutos. Con ganas de seguir currando.
Después de un año tan intenso, ¿la Navidad es para ti una época de parón o sigues trabajando?
De parón total. Yo en verano trabajo mucho con festivales, pero en Navidad necesito parar. Me voy con mi familia —soy súper familiar—, veo a mis amigos y luego, a mitad de enero, me voy de vacaciones. Que no me llamen, que no me busquen, que yo voy a estar tomando el sol (ríe).
¿Cómo estás gestionando este crecimiento tan rápido? ¿Hay alguien que te ponga los pies en la tierra?
Creo que me los pongo yo sola. Mi trabajo es un poco distinto al de una persona “normal”, pero mis planes siguen siendo los mismos, mis amigas son las de siempre, mi familia también. Sigo yendo a los mismos sitios y eso es lo más importante para mí. Mi estilo de vida no ha cambiado tanto y por eso creo que tampoco lo noto demasiado. Me siento muy agradecida porque el trabajo que tengo es un lujo.
¿Qué artistas suenan en tu día a día?
Escucho muchísimo Taylor Swift, Gracie Abrams, Melendi, Alejandro Sanz, Sabrina Carpenter… y ahora estoy obsesionada con Olivia Dean. The Art of Loving me parece un discazo. Escucho un poco de todo, la verdad.
Hace poco actuaste con Amaral y también te hemos visto con Alejandro Sanz. ¿Cómo fue esa experiencia?
Increíble. Son personas encantadoras. Es muy bonito conocer a gente que has idolatrado —y que sigues idolatrando— y descubrir que son personas normales, cercanas, con las que puedes hablar. Son momentazos que me llevo para siempre. Es una de las cosas guays de este trabajo: te permite conocer a personas que, en otro contexto, nunca conocerías.
Mis notas de voz nació como un diario personal y ya lleva casi medio año fuera. ¿Cómo te sientes con tu primer proyecto publicado?
Muy feliz. Salió en abril y nos fuimos al otro lado del mundo a presentarlo: México, Colombia, Chile, Uruguay, Perú, Argentina… fue una gira maravillosa. Después me dio la oportunidad de hacer una gira de festivales en verano en un país enorme y ahora, en febrero, empezamos la gira de salas. Abrimos en Sevilla el 6 de febrero y tengo muchísimas ganas. Es un disco que me ha cambiado la vida.
mafalda cardenal - en mi balcon
¿Hay alguna canción del disco que hoy escuches de forma diferente?
En realidad todas. Desde que escribes una canción hasta que sale pasa mucho tiempo, y con un disco todavía más. Ahora que las canto, siento cosas completamente distintas. La mayoría del disco habla de desamor: lo escribí desde la tristeza y ahora lo canto desde otro lugar, desde la felicidad de haberlo superado. Me gusta transmitir que no todo se acaba cuando se acaba el amor.
¿Sientes que con este proyecto la gente ya reconoce tu sonido?
Sí, y eso es muy guay. Creo que tiene que ver con la voz y con la forma de escribir. Nunca me he casado con un solo sonido: hay baladas al piano, canciones con guitarras eléctricas, otras con banjos… Creo que al final son las letras las que hacen que digan “vale, esta es ella”. Aunque a veces piensan que soy Aitana (ríe), pero yo encantada.
También has participado en una campaña navideña con Suchard. ¿Cómo surgió esa colaboración?
Fue una locura. Desde una agencia de marketing me dijeron que estaban pensando en mí y yo dije que sí al cien por cien. Me hace muchísima ilusión, sobre todo que mi abuela me vea en la tele. Incluso me han escrito profes del cole que hacía años que no veía. Es muy bonito.
¿Qué te atrajo especialmente de esa propuesta?
Que me encantan las Navidades. Me gusta estar con mi familia y mis amigos, y la Navidad es la excusa perfecta para eso. Además, me parece muy guay que mi música suene en la tele y en la radio. Canciones que escribes en tu cuarto llegan a muchísima gente, y eso es algo muy especial. Es el poder de la música.
¿Te planteas escribir tu propio villancico?
¡Ya tengo uno escrito! Pero nunca lo he sacado. Me encantan los villancicos, la verdad.
¿Qué es lo que más te ha costado aprender de la industria musical?
No me ha resultado especialmente difícil. Nunca me he creído del todo que esto sea “mi trabajo” y tengo un poco de síndrome del impostor, así que no he estado obsesionada con la industria como tal. La mayoría de la gente con la que he coincidido ha sido encantadora. Lo más importante es no tomarte a pecho lo que dice la gente, sobre todo en redes.
Precisamente, ¿cómo llevas el tema de las redes sociales?
A mí me gustan mucho, soy una enganchada de TikTok e Instagram. Me encanta crear contenido, hacer fotos, compartirlas… No lo vivo tanto como un trabajo, aunque sí es una responsabilidad que ojalá no existiera. Ojalá todo fuese solo escribir canciones, pero bueno, es parte de esto.
De cara a la gira de 2026, ¿qué novedades nos puedes adelantar?
Lo vamos a cambiar todo: el show será completamente nuevo y muy especial. La intención sigue siendo la misma, pasárnoslo bien. Mi banda es la misma desde el principio y somos amigos, así que eso se nota y se contagia al público.
¿Te sientes más cómoda en salas o en festivales?
Me gustan las dos cosas. Las salas son muy especiales porque la gente compra la entrada para verte a ti y conectas más. En los festivales es distinto, a veces tocas a las cinco de la tarde con todo el calor (ríe), pero también tienen su magia.
Y para terminar, ¿algún propósito para el nuevo año?
Seguir trabajando esa mentalidad de “chill, nada es para tanto”. Ni lo bueno ni lo malo es tan importante. Relativizar mucho.




